La pesca no
es lo que era en el sur lucense. Isaac Blanco lo sufre en sus carnes cada vez
que regresa de la ciudad francesa de Bayona y echa mano de caña y vadeador para
practicar su afición favorita. «Nací en Francia y vivó allí, pero soy hijo de
gallegos y me siento más de Monforte», explica. Los padres de su mujer viven en
Monforte y la pareja aprovecha las vacaciones para pasar unos días con ellos.
Por mal que se presente la temporada, las truchas del Lor siempre acaban por
tentarlo. El pasado fin de semana obtuvo su recompensa: una pieza de cuatro kilos
y medio y 65 centrímetros.
El soberbio
ejemplar mordió el señuelo cuando el pescador apenas llevaba quince minutos en
el río. Había elegido un tramo entre Freixeiro y Margaride para probar con
mosca seca. Pero eran las seis de la tarde y le pareció pronto para ese cebo.
Puso la cucharilla y a las primeras de cambio notó un fuerte tirón. «Al
principio pensé que podría ser de un kilo o kilo y medio, pero a medida que la
acercaba a la orilla me iba pareciendo más grande», relata.
A los veinte
minutos, había cansado a la trucha lo suficiente como para echarla a la
sacadera. «El sedal era para un máximo de tres kilos, tuve suerte», comenta.
Isaac Blanco tiene casa en O Grove y cuando está allí practica su afición en el
mar. En la zona de Monforte, los ríos que más le gustan son el Lor y el Cabe.
De este último prefiere su tramo alto, donde según su experiencia «está algo
menos contaminado». Suele practicar la pesca sin muerte, pero para la pieza de
cinco kilos no hubo indulto.
Fuente: La
Voz de Galicia