El instituto
de enseñanza secundaria monfortino A Pinguela acogió recientemente una charla
del biólogo leonés Carlos Rodríguez sobre el futuro de la pesca fluvial. A
través de esas conferencias, y de su trabajo como realizador de documentales en
Bicho Producciones, reivindica la necesidad de un cambio radical en la
mentalidad del pescador. Acude regularmente a la llamada de diferentes
entidades y asociaciones, pero en los centros educativos se encuentra
especialmente a gusto. «Las nuevas generaciones asumen de forma natural
conceptos como pesca sin muerte y restauración fluvial. El futuro es suyo y
quieren seguir disfrutando de los salmónidos más y mejor que las generaciones
precedentes», dice.
-¿Es la
pesca sin muerte la única opción de futuro para que los ríos sigan teniendo
truchas?
-No es la
única, pero es la más efectiva en relación a los beneficios que reporta y a los
costes que plantea, que son cero. Países de todo el mundo tienen una
legislación que apoya la pesca sin muerte como herramienta de gestión de los
río. En sitios tan dispares como Suecia o Argentina, verdaderos paraísos de la
pesca, nadie se plantea matar ni uno solo de los reproductores del río. Y
tienen miles. Los pescadores no somos responsables de la situación actual de
los salmónidos, pero somos los únicos que podemos salvarlos. ¿Cómo? Devolviendo
los peces para que se reproduzcan y demandando de la administración la
restauración de ríos.
-¿Cómo se
pudo llegar a la actual situación?
-Sobre todo
como consecuencia de la destrucción del hábitat fluvial y del castigo de la
sobrepesca, legal e ilegal. El problema de fondo es la falta de cultura sobre
ecología acuática que tiene la sociedad en general, pero que es más aún
sangrante entre los pescadores. Lo que sabe la sociedad sobre los ríos proviene
de las conversaciones de gente cabreada en las barras de un bar. Falta
información. Se da voz a la generación de los tiempos del Icona, mientras el
saber científico es ridiculizado y menospreciado.
-¿No se
cargan demasiado las culpas en el pescador?
-El pescador
se siente agraviado por la normativa, pero no entiende que la situación es
límite. Los estudios apuntan a un par de décadas de futuro con salmónidos. El
control de la pesca es una medida rápida, fácil de implementar y muy necesaria
para preservar lo que nos queda y avanzar con medidas de más recorrido como la
restauración fluvial.
-¿Por qué
cuesta tanto al pescador devolver piezas al río?
-Los
pescadores no entienden que la pesca sin muerte permite pescar más truchas,
durante más días al año y en más lugares, tal y como ocurre actualmente en
Castilla y León. Hay un perfil mayoritario de pescadores desconectados de la
realidad, de la principal necesidad de nuestra afición, que es aumentar el
número de peces para que las poblaciones sean viables. Pescar sin muerte es
pescar más y mejor, no hay discusión. Quien diga lo contrario está defendiendo
únicamente sus intereses personales y demuestra una falta de información y de
compromiso con los ríos. Negarlo supone sentenciarlos a muerte.
-¿Conviene coordinar
los cupos y la apertura y cierre de la veda entre autonomías para que algunos
ríos no sufran sobrepesca?
-Si
tuviésemos más tramos de pesca sin muerte sería innecesaria. Poner de acuerdo a
las administraciones lleva un tiempo del que no disponemos. Lo que todos los
pescadores tenemos en nuestras manos es devolver las capturas en buenas
condiciones y que el máximo de individuos lleguen a reproducirse. Si
gestionásemos los salmónidos como lleva un ganadero su granja no habría ningún
problema. Los reproductores se quedan y si hay que sacrificar algún individuo
para comer serían los inmaduros, las truchas de pequeña talla.
-Pero en los
ríos hay que devolver las truchas pequeñas.
-Si te comes
a los mejores padres y madres, de poco vale devolver al río las truchas
pequeñas. Las tallas legales actuales son herencia de un saber desfasado que
data de hace cincuenta años. Así estamos a nivel legislativo y de formación
ambiental de los pescadores.
-Hablaba
antes de la necesidad de restaurar los ríos. ¿Cómo se puede conseguir ese
objetivo?
-Hay dos
maneras fundamentales: devolviéndoles su agua y conectando los tramos de río
que ahora están desconectados por la enorme cantidad de presas. En la situación
actual los peces no pueden moverse entre tramos. Está demostrado que la
posibilidad de migración es clave para mantener las poblaciones.
-¿Son tan
dañinos los cormoranes como sostienen los pescadores?
-En una
situación como la actual, los pescadores ven como competidores a cormoranes,
nutrias y garzas. Pero en vez de reclamar medidas de restauración fluvial y de
protección de las especies piscícolas, piden control de depredadores. De nuevo
estamos como en los años cincuenta. La educación ambiental es clave para que
los pescadores sean un colectivo más útil en la gestión de los ríos.
Desgraciadamente, el populismo político también se nutre de esta afición. Es
fácil regalar el oído de los pescadores desinformados con medidas que no atajan
el problema de fondo.
-¿Hasta qué
punto condiciona la reproducción de salmónidos la mala calidad de las aguas?
-Un río
cuyas aguas estén contaminadas no produce alevines. Gran parte de las
conferencias que damos abordan ese problema con imágenes de grandes
reproductores a los que la contaminación sentencia a muerte. Una vez que lo
ves, las conclusiones caen por sí solas.
Fuente: La
Voz de Galicia
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