Lo hizo con
el rodaballo, con el lenguado, con el abadejo -aunque esta especie tiene su
propia historia-... y ahora está a punto de lograrlo con el mero, que en
realidad es la cherna (Polyprion americanus). Galicia ha conseguido cerrar el
ciclo de su cultivo por primera vez en el mundo, tras el éxito de haber podido
llevar de larvas a alevines ejemplares nacidos en cautividad. Ese tránsito
biológico constituía el principal cuello de botella en el intento de domesticar
una especie de la que se han obtenido puestas espontáneas en cautividad, se ha
avanzado en la cría de individuos salvajes, se ha dado con la clave de la
alimentación y se tienen datos de su engorde y evolución. Pero subsistía el problema
de la supervivencia larvaria. Ninguna llegaba a alcanzar los 4 o 5 gramos de
peso, una consistencia que ya permite decir que se está ante un pez y, sobre
todo, es la puerta para pasar de la alimentación viva a la tradicional en
acuicultura: el pienso.
Y del mismo
modo que las gestantes evitan dar la buena nueva hasta que las crías superan la
barrera de las 12 semanas, el grupo del Igafa (Instituto Galego de Acuicultura)
y del CIMA (Centro de Investigación do Medio Mariño) que ha logrado tal gesta
ha tardado tres meses en lanzar las campanas al vuelo y dar la feliz noticia:
«Nas instalación do Igafa hai nove exemplares que teñen 94 días de vida e
outros 30 que xa cumpriron os 54», explica José Luis Rodríguez Villanueva,
profesor del instituto dependiente de la Consellería do Mar, enormemente
satisfecho del logro alcanzado «cun traballo en equipo». En colaboración con el
CIMA, pero también con el IEO de Vigo -de hecho, 9 de los alevines de más de 90
días proceden de una puesta cedida por el oceanográfico vigués- y el Aquarium
Finisterrae de A Coruña -donde nacieron los supervivientes de la hornada de más
50 días-, socios todos en el proyecto europeo Diversify, lanzado para buscar
nuevas especies de acuicultura.
Durante
cuatro años, IEO, el acuario coruñés, CIMA e Igafa han estado intentando
repetir lo que la empresa Isidro de la Cal consiguió en el 2013 con un único
ejemplar, el único superviviente de una puesta en las instalaciones de la
compañía. Esa cherna nacida en cautividad es hoy un adulto de 5 años y 11 kilos
y medio que mora en el Aquarium Finisterrae.Que ahora el Igafa haya conseguido
reproducir aquella gesta supone «un paso de xigante para pechar o ciclo de
cultivo», pues «de non ter nada, pasouse a ter alevíns», resume un Rodríguez
Villanueva que al fin ve recompensados sus desvelos con estos peces.
Puestas las
ha habido en todas las instalaciones implicadas, pero solo en las de Niño do
Corvo (A Illa) crecieron hasta abandonar la fase larvaria. El porqué en el
Igafa y no en el IEO o en el Aquarium está por estudiar. Los procesos son los
mismos y la única diferencia entre ambos cultivos es que «no IEO fan o engorde
en circuíto aberto e no Igafa facémolo en recirculación». Si ahí está o no la
clave del éxito es algo que «haberá confirmar nos seguintes anos».
Porque si el
programa Diversify llega este año a su final, la pretensión de los
investigadores es continuar trabajando para consolidar los resultados obtenidos
y avanzar en lo que es el cultivo del mero. De ahí que el CIMA y el Igafa hayan
enviado una propuesta a la Consellería do Mar planteando una prórroga del
estudio por dos años más, un proyecto en el que seguirían yendo de la mano del
IEO y de las demás instituciones que en Galicia ahora están involucradas en la
domesticación del mero.
En lo que va
del proceso, los participantes han logrado valiosos datos, como que las aguas
gallegas, con una temperatura de entre 15 y 16 grados durante 9 o 10 meses al
año, son óptimas para la cría de la especie, de la que ahora se podrá tener un
stock de reproductores nacidos en cautividad. Que su cultivo se podría hacer en
tierra, pero lo ideal si se consigue dar el salto comercial sería en jaulas en
el mar. Que es una especie de crecimiento rápido y que puede alcanzar el tamaño
comercial, de 5 kilos, en 3 años y llegar a los 8 si se cría un año más. Que,
además, alcanza esa talla óptima para el mercado antes de la madurez sexual y,
por tanto, todo el gasto energético lo emplea en engordar. Y, sobre todo, que
será un cultivo económicamente interesante, pues el kilo del escaso salvaje se
está vendiendo a una media de 20 euros. ¿Y para cuándo en el mercado? Aun con
los resultados prometedores, todavía quedan «5 ou 6 anos para poder dar o salto
industrial».
Fuente: La
Voz de Galicia
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