sábado, 14 de julio de 2018

Galicia cierra el ciclo de cultivo del mero






Lo hizo con el rodaballo, con el lenguado, con el abadejo -aunque esta especie tiene su propia historia-... y ahora está a punto de lograrlo con el mero, que en realidad es la cherna (Polyprion americanus). Galicia ha conseguido cerrar el ciclo de su cultivo por primera vez en el mundo, tras el éxito de haber podido llevar de larvas a alevines ejemplares nacidos en cautividad. Ese tránsito biológico constituía el principal cuello de botella en el intento de domesticar una especie de la que se han obtenido puestas espontáneas en cautividad, se ha avanzado en la cría de individuos salvajes, se ha dado con la clave de la alimentación y se tienen datos de su engorde y evolución. Pero subsistía el problema de la supervivencia larvaria. Ninguna llegaba a alcanzar los 4 o 5 gramos de peso, una consistencia que ya permite decir que se está ante un pez y, sobre todo, es la puerta para pasar de la alimentación viva a la tradicional en acuicultura: el pienso.

Y del mismo modo que las gestantes evitan dar la buena nueva hasta que las crías superan la barrera de las 12 semanas, el grupo del Igafa (Instituto Galego de Acuicultura) y del CIMA (Centro de Investigación do Medio Mariño) que ha logrado tal gesta ha tardado tres meses en lanzar las campanas al vuelo y dar la feliz noticia: «Nas instalación do Igafa hai nove exemplares que teñen 94 días de vida e outros 30 que xa cumpriron os 54», explica José Luis Rodríguez Villanueva, profesor del instituto dependiente de la Consellería do Mar, enormemente satisfecho del logro alcanzado «cun traballo en equipo». En colaboración con el CIMA, pero también con el IEO de Vigo -de hecho, 9 de los alevines de más de 90 días proceden de una puesta cedida por el oceanográfico vigués- y el Aquarium Finisterrae de A Coruña -donde nacieron los supervivientes de la hornada de más 50 días-, socios todos en el proyecto europeo Diversify, lanzado para buscar nuevas especies de acuicultura.

Durante cuatro años, IEO, el acuario coruñés, CIMA e Igafa han estado intentando repetir lo que la empresa Isidro de la Cal consiguió en el 2013 con un único ejemplar, el único superviviente de una puesta en las instalaciones de la compañía. Esa cherna nacida en cautividad es hoy un adulto de 5 años y 11 kilos y medio que mora en el Aquarium Finisterrae.Que ahora el Igafa haya conseguido reproducir aquella gesta supone «un paso de xigante para pechar o ciclo de cultivo», pues «de non ter nada, pasouse a ter alevíns», resume un Rodríguez Villanueva que al fin ve recompensados sus desvelos con estos peces.

Puestas las ha habido en todas las instalaciones implicadas, pero solo en las de Niño do Corvo (A Illa) crecieron hasta abandonar la fase larvaria. El porqué en el Igafa y no en el IEO o en el Aquarium está por estudiar. Los procesos son los mismos y la única diferencia entre ambos cultivos es que «no IEO fan o engorde en circuíto aberto e no Igafa facémolo en recirculación». Si ahí está o no la clave del éxito es algo que «haberá confirmar nos seguintes anos».

Porque si el programa Diversify llega este año a su final, la pretensión de los investigadores es continuar trabajando para consolidar los resultados obtenidos y avanzar en lo que es el cultivo del mero. De ahí que el CIMA y el Igafa hayan enviado una propuesta a la Consellería do Mar planteando una prórroga del estudio por dos años más, un proyecto en el que seguirían yendo de la mano del IEO y de las demás instituciones que en Galicia ahora están involucradas en la domesticación del mero.

En lo que va del proceso, los participantes han logrado valiosos datos, como que las aguas gallegas, con una temperatura de entre 15 y 16 grados durante 9 o 10 meses al año, son óptimas para la cría de la especie, de la que ahora se podrá tener un stock de reproductores nacidos en cautividad. Que su cultivo se podría hacer en tierra, pero lo ideal si se consigue dar el salto comercial sería en jaulas en el mar. Que es una especie de crecimiento rápido y que puede alcanzar el tamaño comercial, de 5 kilos, en 3 años y llegar a los 8 si se cría un año más. Que, además, alcanza esa talla óptima para el mercado antes de la madurez sexual y, por tanto, todo el gasto energético lo emplea en engordar. Y, sobre todo, que será un cultivo económicamente interesante, pues el kilo del escaso salvaje se está vendiendo a una media de 20 euros. ¿Y para cuándo en el mercado? Aun con los resultados prometedores, todavía quedan «5 ou 6 anos para poder dar o salto industrial».



Fuente: La Voz de Galicia

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