martes, 29 de noviembre de 2011

Robaliza (también llamada robalo o lubina)


Es la reina del spinning marino por excelencia.

Es muy abundante en Galicia, donde la podemos encontrar sobre todo en la costa norte, aunque en el Mar Mediterráneo hay buenas capturas de este ejemplar.

La robaliza, robalo o lubina (Dicentrarchus labrax) es un pez de la familia de los serránidos, natural del mar Mediterráneo y el océano Atlántico, desde las costas africanas (Dakar) hasta Noruega.

El cuerpo es alargado, mide entre 10 y 100 cm de longitud; La primera de las dos aletas dorsales tiene todos los radios duros (8 ó 9 en total), por uno sólo en la segunda. La cabeza, -ésta sí, de serránido- muy agresiva, presenta una boca de amplias dimensiones, con parte del maxilar inferior visible, que le confiere un marcado prognatismo. El preopérculo, violento y serrado, está soldado al opérculo, que muestra dos únicas espinas planas. El color es variante, desde gris oscuro en el dorso, hasta llegar a ser blanco en la parte ventral, aunque en el agua se lo ve plateado brillante, más plomizo en el dorso.

La robaliza se encuentra en las costas rocosas de los arenales y en la desembocadura de los ríos, llegando a profundidades de 100 metros. Este acercamiento a la costa suele ser mayor en los meses de calor, alejándose en invierno.


La época de desove transcurre desde enero a marzo (varios machos fecundan los huevos de una hembra), probablemente realizando varios en ese período. Aunque suele variar según la temperatura del agua.

Los ejemplares jóvenes viven en bancos, volviéndose solitarias cuando se hacen mayores. Suele confundirse la lubina salvaje con la de cultivo. Además de la pesca y el buceo deportivo, se pueden pescar con línea o con palangre.

En América hay otro pez llamado robalo, que aunque se parece, no deja de ser otro pez, aparte de tener mayor tamaño que el europeo.

La robaliza nunca se aleja de la plataforma continental. La profundidad en la que se puede encontrar en la costa es de 0 a 15 metros. Prefiere las aguas oxigenadas, aunque llegar a penetrar en aguas dulces. Es muy voraz y su dieta se compone de crustáceos, gusanos, peces, erizos de mar y otros animales marinos.


La robaliza es un pez carnívoro, como lo prueban su constitución y su boca y mandíbulas, un formidable depredador que admite una dieta variada. Así, ingiere muchos alimentos de distintas especies y tamaños, vivos o muertos, pero siempre muy frescos. Esta adaptabilidad a los distintos alimentos que componen su dieta natural, repercute de forma directa en la amplia gama de cebos que admite, tanto naturales como artificiales.

Tiene un forma alargada y de color plateado, su lomo es de color oscuro y posee una mancha negra en el opérculo. Tiene cierto parecido a la lisa o múgil, pero se puede diferenciar por la cabeza y la boca, ya que la robaliza la tiene más grande al ser carnívoro. Puede llegar a tener hasta un metro de longitud y un peso de unos 12 Kg.

La robaliza no es un pez al que le gusten las carreras prolongadas tras una presa. Gusta mas de acecharlas entre la espuma de las olas y las aguas movidas, canales entre las rocas, praderas de algas, etc. Es común que se sitúe también en corrientes a la espera de lo que le viene a la boca. Es un pez oportunista con un abanico alimentario muy amplio. Lógicamente, debemos buscar robalos allí donde pueda haber alimento, por lo tanto, tendremos en cuenta los factores estacionales a la hora de decidir el escenario. También las corrientes son decisivas y puede que en varios días estén lejos del alcance de nuestras cañas y estén comiendo pescado a una distancia considerable.

Algunas teorías dicen que los días mas propicios para ir tras la escurridiza robaliza son aquellos en los cuales el tiempo va a dar paso a un frente de precipitaciones y bajas presiones atmosféricas. Son esos días cuando la robaliza come para aprovisionarse en espera de que pase el temporal. Aunque no deja de ser una teoría mas o menos fiable.

Las mareas son muy importantes en la pesca, sobre todo en la de esta especie que aprovecha los cambios de marea para moverse en los bajíos, comiendo lo que se encuentra a su paso como pequeños cangrejos que la corriente desentierra, gambas, gusanos, y aquellos peces que con la cantidad de sustrato en suspensión bajan la guardia y no perciben a su enemigo hasta ser demasiado tarde. La robaliza es una experta cazadora y hace gala de su poder acechando a sus presas entre la espuma, camuflada entre las sombras o simplemente dejándose llevar entre las olas con el impulso de su gran aleta caudal. La marea baja nos permitirá llegar mejor a esas piedras sumergidas o semisumergidas, en las que el alimento abunda. También en ese momento es cuando más posibilidades de éxito tiene, ya que es mas fácil acorralar a una presa con poco agua. A nosotros nos permite observar cómo son los fondos para evitar enroques con la marea mas alta. Tengamos cuidado y conozcamos los horarios de las mareas; es muy posible que el mar nos vaya ganando terreno sin que nos demos cuenta. Normalmente las buscaremos en rompientes donde se forme espuma o que tengan canales de agua entre rocas. Si estos lugares no tienen un fondo accidentado, buscaremos “lo diferente”. Cualquier roca sumergida, desnivel, canal o arenal aislado que pueda alojar alguna gran presa.

Existen peces artificiales en colores, tamaños y tipos suficientes para hacer frente a cualquier situación de pesca; y, en principio podemos dividirlos en cuatro apartados fundamentales, los flotantes, los suspendidos, los sumergidos y los paseantes. Los primeros flotan en reposo y se hunden, mas o menos, al recogerlos; los segundos se hunden hasta el nivel donde se comience a recoger, permaneciendo en medias aguas estáticos lo que los convierte en un señuelo realmente innovador; los sumergidos profundizan lo que el pescador desee; y por último los paseantes, que van por la superficie del agua, haciendo movimientos mas o menos realistas (conocido es el de “pasear el perrito”).

De interés muy alto, su captura es muy apreciada, sobre todo si se trata de ejemplares grandes. Tiene una gran calidad y su carne es muy apreciada por su valor culinario. 
 
Las posibilidades de pesca con un señuelo "Rapala", "Flash minnow", "Aile Magnet (Duel)", etc. son tantas que el único límite es el de su imaginación; el número de modelos es tan grande que cada pescador tendrá sus preferencias.

Actualmente las robalizas se han acostumbrado a ver pasar los señuelos y ya no basta con lanzar y recoger de forma mecánica, es necesario darle vida al señuelo y sobre todo recoger despacio aprovechando las corrientes y contracorrientes para hacerlo trabajar. La recogida debe ser interrumpida de vez en cuando por momentos de parada en esas zonas, para dejar que la corriente lo mueva.

Teniendo en cuenta que en materia de pesca, no existe ningún teorema absoluto ni definitivo, nadie puede asombrarse si decimos que la elección del tipo de pez artificial y sus modalidades de utilización pueden ser totalmente diferentes de un lugar de la costa a otro. Aunque en líneas generales y estas se desprenden del sentido común, los modelos flotantes deben usarse con aguas bajas, en tanto que los sumergidos se utilizarán en aguas profundas; los modelos articulados se reservan para aguas tranquilas pero con corriente, y los modelos pequeños (por debajo de los 11 cm.) se utilizaran en aguas tranquilas.

En lo concerniente al color, no se pueden dar reglas precisas, pues dependen de multitud de factores, la mayor parte de las veces desconocidos, y aunque consideramos que la robaliza es capaz de distinguirlos, no sabemos a ciencia cierta cómo lo hace. Mi criterio es utilizar en días claros colores discretos que imiten a pez pasto que ellas estén acostumbradas a comer y atacar (caballas, jureles, sardinillas, lanzones, etc.); los días oscuros así como los amaneceres y anocheceres aconsejan colores vivos y fantasiosos de entre los cuales destacan para mi sobre todos ellos el color amarillo limón así como el morado y el violeta claro. Pero debemos aclarar que no existen reglas empíricas solamente la experiencia nos puede aportar datos fiables para el uso de uno u otro color. Y sobre toda huya de la rutina, el hecho de que un color o un modelo determinado le haya proporcionado buenas capturas no es una prueba evidente de que sea el único válido; cambie de color de vez en cuando, y si no consigue que las robalizas se dejen engañar por el que está usando, cambie de color y modelo de pez artificial.

La recuperación del señuelo es muy importante, si se pesca desde la costa, se debe lanzar de forma paralela a la orilla y en sentido normal a las olas, por lo que se debe hacer desde cualquier saliente que exista.


En fin, un pez formidable que hará pasar buenos momentos a los pescadores deportivos. De sobra es conocido que el que prueba esta técnica del spinning con señuelos artificiales, raramente volverá a cambiar de modalidad, por lo adictiva que es.


2 comentarios:

  1. si, les encanta las rompientes. Ahora no se, pero hace años entraban muy bien con escabela al currican por la zona de Salvora y la cara oeste de Ons. Que ricas son además, cocidas, a la gallega, ahí con unos cachelitos y unas buenas tazas de ribeiro.

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  2. Acabo de comer hoy una a la gallega y que razón tienes, son deliciosas. Lástima que sean tan escasas ya que la pesca profesional no las deja arrimar a la costa.

    Un saludo

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