domingo, 16 de junio de 2013

Valparaíso



Eran las 22:30 horas del 28 de febrero de 1887, hace 126 años, cuando el vapor-correo Valparaíso naufraga ante las islas Cíes, concretamente en los bajos de A Borneira, en Cangas, al ir a entrar en el puerto de Vigo. Hubo movilización general de auxilio, protagonizada en buena parte por la escuadra inglesa surta en puerto, y al final se puso a salvo al pasaje y la tripulación. El barco se dio por perdido y los daños ascendieron a unos cuatro millones de pesetas de la época.

No se produjeron víctimas entre los 96 miembros de su tripulación, ni tampoco entre sus 118 pasajeros.



Mapa de la ría de Vigo dónde se puede apreciar los bajos de A Borneira. En aquella época aún no estaba construido el faro que los marca actualmente


El 28 de febrero de 1887, las detonaciones de tres cañonazos, algunos cohetes y varias luces de bengala hacían comprender a quienes estaban en los muelles que se había producido un siniestro marítimo. Se trataba de un vapor-correo en ruta hacia América y que al entrar en Vigo había naufragado contras las piedras de La Borneira, en Cangas. 

Al momento se pusieron al habla los buques de la escuadra inglesa valiéndose del telégrafo de luces y, más tarde, de cada fragata salía con dirección al punto de las señales una lancha de vapor. A las once ya había llegado al muelle la noticia de que el magnífico vapor-correo de la compañía del Pacífico estaba sobre las piedras de La Borneira con grandes vías de agua que habían inundado por completo las secciones de proa.

En lanchas pescadoras llegaron a media noche al muelle algunos pasajeros, y antes del amanecer el resto en número de 214, que era el total del pasaje del buque para la América del Sur y puertos del Pacífico.


Actual faro de A Borneira, que marca la posición de los bajos


A la una de la madrugada zarpó la fragata de la escuadra ingles HMS Iron Duke, haciendo uso de una potente luz eléctrica y fue a situarse a un cabo de distancia del buque siniestrado. Según la crónica, las lanchas de vapor de la escuadra andaban en continuo movimiento entre el buque perdido y el puerto, conduciendo gabarras y todo el material de auxilio de que pudiera disponerse.

La casa consignataria, desde que tuvo noticias del siniestro no cesó un momento de apelar a todos los recursos para el salvamento del pasaje, carga y buque; así es que en cuanto la ayudantía de Cangas pasó el parte a esta comandancia de marina, no trascurrió media hora en ponerse en movimiento todo el personal hábil.

Cuando llegaron al Valparaíso ya no había nadie a bordo. El comandante, los oficiales y la tripulación del buque se hallaban al costado custodiándole.


Fragata inglesa HMS Iron Duke, que auxilió a los náufragos


Portaba rica carga general a bordo que transportaba desde Liverpool al puerto chileno de su mismo nombre; railes de hierro, planchas y barras de este mismo metal, aguardiente, patatas, planchas de estaño, frascos de azogue, cerveza, barriles de vino, algodón, herramientas, perfumería, papelería, miles de baúles y cajas de prendas de vestir, conservas, una caja de joyas, libros, maquinaria para montar, muebles, 4 cajas de instrumentos ópticos, cristalería y porcerlana, una caja de medicamentos, otra de relojes, sedería, cajas de ullas, cajas de jabón, cajas de juguetes, agua mineral, ron, licores sin especificar y otros tantos efectos sin determinar. 

Fue tal el valor de la carga que portaba el buque que tras su abandono, muchos buceadores descendieron a sus restos y hallaran en ellos abundante y valiosa mercancía, hasta bien entrado el siglo XX.


Grabado inglés de 1887 que refleja la posición en que quedó el buque (Colección Seoane-Prado)


La situación del buque era muy mala. Se hallaba inclinado a la banda de estribor y quebrantado por la sección de la casa de popa y del palo trinquete. Todos los compartimentos están inundados y en las primeras horas de la mañana aún no había llegado al muelle ningún equipaje de los pasajeros.

Algunas personas decían que como la varada ocurrió en baja mar, podría hacerse mucho con la pleamar para salvar el casco, y otras creían todo lo contrario.

El buque llevaba un práctico, que venía dirigiendo desde hace quince años los vapores desde La Coruña a este puerto y entrado en él tanto con temporales como con cerrazón, sin haber ocurrido nunca el menor contratiempo. Declararía tras el embarrancamiento en la Comandancia de Marina de la ciudad olívica, que confundiera el faro de las Illas Cíes con la luz de una fragata británica, navegando cara a tierra en vez de navegar aforado de ella, lo que provocó el fatal siniestro y la posterior pérdida del buque.


Actualmente se están estudiando los restos con un sónar específico, tanto del Valparaíso como del Southern Cross y el Hermenie


El vapor-correo Valparaíso, botado en 1873, era uno de los mejores buques de la Pacific Steam Navegation Company. Su registro bruto alcanzaba 5.000 toneladas y la fuerza de su máquina desarrollaba 700 caballos de fuerza. 

En Vigo le esperaban algunos pasajeros y un resto de carga y debía salir hacia Lisboa, Pernambuco, Rio Janeiro, Montevideo, Buenos Aires y Pacífico, para cuyos puntos llevaba bastante carga.


Cartel publicitario de la Pacific Steam Navigation Company


La Pacific Steam Navigation Company (PSNC) fue la primera empresa naviera que utiliza la navegación a vapor en el Pacífico. Fue conocida también como Compañía Inglesa de Vapores. Fue fundada por el norteamericano William Wheelwright. Fue formada en Londres en 1838, inició su operaciones en Sudamérica en 1840 con dos vapores a ruedas: Chile y Peru, para el correo postal. Al comienzo, su ruta era entre los puertos de Valparaíso, Coquimbo, Huasco, Copiapó, Cobija, Iquique, Arica, Islay, Pisco y Callao. En 1846 expandió su ruta a Huanchaco, Lambayeque, Paita, Guayaquil, Buenaventura y Panamá.

En 1852 ganó el contrato para el correo del gobierno británico en el área. En 1868 abrió una ruta desde Liverpool hasta el Callao. En 1877 empezó una ruta hasta Australia, hasta 1905 cuando vendió la ruta a la Royal Mail Steam Packet Company (Royal Mail S.P.Co.). En 1920 empieza una ruta desde Nueva York hasta Valparaíso a través del Canal de Panamá.

Desde 1910 PSNC fue controlada por la Royal Mail S.P.Co., aunque operaban como empresas distintas. En 1931 colapsó la Royal Mail S.P.Co. y PSNC fue controlada por sus acrededores. En 1938 de nuevo la Royal Mail S.P.Co. toma el control de la empresa. Furness Whity tomó el control del grupo naviero de la Royal Mail S.P.Co. en 1965 y se fusiona con la Pacific Steam Navigation Company en 1984.


Maleta de la época etiquetada por la Compañía


Hubo mucho movimiento en el puerto a consecuencia de este naufragio. Las lanchas de vapor de la escuadra inglesa se ocuparon en llevar y traer gabarras con algún equipaje y pertrechos del buque que se hallaban en cubierta. También se pudo salvar parte de la vajilla de la cámara de 2ª clase, y algunas ropas y víveres.

El que era un magnífico buque se hallaba abierto por la sección de máquinas y sumergido de popa, dejando solo fuera del agua en la pleamar el departamento de proa. El palo mayor estaba roto por el mastelero.

La tripulación y el pasaje fueron alojados en la ciudad por cuenta de la compañía del Valparaíso.


Imágenes de los restos, tomadas por el sónar


El Valparaíso antes de intentar recalar en Vigo, hiciera escalas previas en Burdeos y A Coruña. Posteriormente, tras tomar tierra en Vigo, (como ya nunca sucedió) debería haber seguido su ruta recalando posteriormente en Lisboa, Pernambuco, Baía, Río de Janeiro, Montevideo y finalmente Valparaíso. La pérdida del buque junto a la mercancía que llevaba a bordo se estimó en 16 millones de reales de la época.

A quince metros de profundidad, los tres buzos de Argos localizaron los restos del vapor británico Valparaíso, que está a escasos metros del navío Southern Cross, hundido en 1909. La curiosidad de este último barco está en su cargamento de cal que cubrió toda una montaña de barriles que siguen siendo muy visibles en el fondo del mar. Por esta razón, en el mundo de la arqueología subacuáticas se conoce a este último barco, que ya hemos hecho un reportaje sobre el, como "la montaña de cal".

  

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