Las sardinas
son las reinas de los saraos veraniegos. Sin embargo, en los últimos años
diversos organismos han recomendado que frenemos nuestro consumo, pues al ritmo
actual nos quedaremos compuestos y sin sardinas en menos que canta un gallo. El
ritmo de pesca es tal que languidece la especie de sardina ibérica. Al menos
esa conclusión parece desprenderse de recientes informes como el que firma el
Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), que ha recomendado
que se apueste por la captura cero de la sardina ibérica e incluso prolongar el
parón durante 15 años para dar tiempo a la especie a recuperarse.
Desde luego
para los españoles supondría todo un mazazo, pues según los últimos datos del
Observatorio del Mercado de los Productos de la Pesca y de la Acuicultura de la
Comisión Europea (CE), nuestro país es el mayor consumidor de sardinas de
Europa. En concreto, durante 2017 se consumieron 58.263 toneladas de sardinas
frescas. Una cifra bastante contundente si la comparamos con la de los franceses,
que con 3.149 toneladas es el segundo mayor consumidor de este pescado azul. En
concreto, hablamos de una sardina muy apreciada por su sabor y textura, que es
posible pescar en el golfo de Cádiz, el mar Cantábrico, además de la franja
atlántica de Galicia y Portugal. Las conservas de calidad gourmet también lo
emplean para sus elaboraciones.
Actualmente
en España se capturan 17.000 toneladas anuales, aunque los responsables del
área aseguran que tienen intención de rebajar esta cuota hasta las 14.000. No
obstante, el ICES es un órgano consultivo y muchas de sus recomendaciones no
trascienden. De hecho, también se le desoyó con respecto a la anchoa y la
cigala. A su juicio, las cuotas de pesca asignadas a los diferentes países de
poco han servido para regenerar la especie y aboga por instaurar medidas más
drásticas como “cero capturas”.
Aunque
también otras causas explican la merma en la especie, pues el cambio climático
y la contaminación de los mares por plásticos inciden en su ciclo de vida. Por
lo tanto, en el caso de que prospere esta iniciativa, los tradicionales espetos
malagueños y las sardinadas de San Juan tendrían que elaborarse con sardinas de
países como Ecuador. Cabe subrayar que en 2016, un informe de la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó de
que la situación que padece el Mediterráneo es crítica debido a la sobrepesca.
Si pisamos
Galicia observaremos que se suceden las rondas de pulpo a la gallega a pesar de
su alto precio, pues cada vez las pescas resultan más escasas. No obstante,
hemos de saber que cerca del 70% del pulpo que se consume, incluso en Galicia,
procede de caladeros marroquíes. Una vuelta por el supermercado de al lado de
casa servirá para constatar la misma realidad: el pulpo que nos comemos procede
del Sáhara Occidental.
Lo cierto es
que el ritmo de consumo es muy fuerte y eso se evidencia en el precio, que
actualmente ronda los 16 euros el kilo. De hecho, Galicia es una comunidad que
rinde constantes homenajes gastronómicos al pulpo. Así, en el calendario
encontramos un total de 300 fiestas donde este cefalópodo se convierte en el
protagonista. Sin ir más lejos, en la fiesta del pulpo en Carballiño, cerca de
100.000 personas degustaron 50 toneladas.
Las razones
que se barajan para explicar el drástico descenso de pulpos son diversas. Así,
las cofradías lo achacan a que los desoves de estos cefalópodos no han
aguantado. También se puede explicar por una temperatura del agua poco
propicia, insuficiencia de alimento, escasez de lluvias y vientos que moviesen
el mar... Otra causa es que, simplemente, estemos ante un año malo.
Los
hosteleros también culpan de ello a la sobreexplotación, por lo que aconsejan
que se establezcan vedas más largas que permitan a los cefalópodos recuperarse
sin sufrir el constante acoso de la pesca. Sin embargo, ninguna de las especies
mencionadas figura, al menos por el momento, en la lista roja de especies
pesqueras que elabora Greenpeace a fin de concienciar al consumidor y
desincentivar su compra. En esa relación sí que podemos encontrar el atún rojo
cuya pesca ha estado muy restringida durante una década por parte de la
Comisión Internacional para la Conservación del Atún del Atlántico (ICCAT).
Pero ahora la reproducción ha sido masiva.
Ya en 2011,
Greenpeace estrenó un documental titulado 'Un mundo sin peces' (The end of the
line), del director de Rupert Murray. En esta grabación muestra sin ambages
cómo la sobreexplotación de los océanos está poniendo al borde de la extinción
a numerosas especies. En concreto, la organización considera que en 2048 los
océanos se podrían quedar sin peces. Así, Greenpeace aboga por controlar la
pesca reduciendo el número de barcos pesqueros, además de establecer grandes
áreas de reservas marinas en las que esté prohibida la pesca.
Fuente:
alimente.elconfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario