Urta,
escorpa, borriquete, virrey... Son nombres que muchos de nosotros probablemente
nunca asociaríamos con pescados. Pero lo son; y riquísimos. En nuestro país, si
bien la tendencia en los últimos años es ligeramente a la baja, somos grandes
consumidores de pescado. Así lo indican los datos del Ministerio de Agricultura,
Pesca y Alimentación, según los cuales el pasado año comimos 24 kilos de
pescado por persona.
Este
alimento nos proporciona proteínas de alto valor biológico, así como numerosas
vitaminas y minerales y, en el caso del pescado azul, ácidos grasos esenciales
omega 3, que se relacionan directamente con una buena salud cardiovascular. Un
estudio multidisciplinar realizado por científicos de distintas universidades
estadounidenses y publicado hace apenas unos días en 'The BMJ' confirma también
que estas grasas proporcionan una mejor calidad de vida en la tercera edad.
Los diez
pescados más consumidos actualmente en nuestras cocinas y en los restaurantes
son los siguientes, bien conocidos por todos: merluza, pescadilla, sardinas,
boquerones, salmón, bacalao, lenguado, dorada, atún y bonito.
Pero hay
vida más allá de estos ricos habitantes de océanos y ríos. Como dijo el
escritor Charles Waterman, "la mayor parte del mundo está cubierto por
agua. El trabajo de un pescador es simple, elegir lo mejor". Esta frase
también puede aplicarse perfectamente a los cocineros especializados en este
producto.
Es el caso
de Carlos del Portillo, chef a cargo de Bistronómika, el restaurante situado en
pleno barrio de Las Letras que acerca al paladar de los madrileños pescados
poco o nada conocidos en la capital. Alimente ha hablado con él sobre por qué
merece la pena conocer estas especies. "El borriquete, la urta y el pargo
son pescados de la zona de Conil, mientras que el sargo, la escorpa, el
cabracho o el San Pedro son del Atlántico, pero más arriba, al igual que el
rodaballo, que cuando el precio nos lo permite también lo traemos de Galicia, y
cuando se dispara, del Mar del Norte, que es excelente también".
El secreto
de estos pescados, que en principio llaman la atención por su aspecto (cabezas
grandes, ojos saltones, aletas punzantes), está en su alimentación. Como señala
el chef, "el alfonsino o el virrey viven a muchísima profundidad y se
alimentan de peces; pero el sargo, la urta y el borriquete son pescados de
roca, viven cercanos a la costa, están siempre muy escondidos y se alimentan de
cangrejos, de percebes, de mejillones. Esto les aporta un sabor que no tiene
una merluza o un rape, por muy buenos que sean. De hecho, estos peces de roca
tienen no solo dientes, sino también una fila de muelas arriba y abajo, que
arrancan y trituran los crustáceos. ¿Qué podemos decir de un pescado que come
percebes? Que su sabor es espectacular, muy especial".
Según
comenta Del Portillo, el desconocimiento que tenemos en la capital de estos
pescados de carnes blancas y rosadas daría "para escribir un libro"
lleno de anécdotas. Lo comprueba con los clientes que se acercan a la pecera de
la barra de Bistronómika y ven las piezas del día. La mayoría no sabe reconocer
ninguna de ellas. Sin embargo, es interesante acercarse a estas especies,
además de por su sabor, por su valor nutricional. Estos pescados de roca,
además de ser grasos o semigrasos, tienen un alto contenido en minerales
esenciales, como el calcio, el fósforo y el potasio; así como en vitamina A,
necesaria para un buen funcionamiento del sistema inmunitario y de la vista, y
en las del grupo B, que cumplen multitud de funciones, entre ellas la de
regular nuestro metabolismo.
Estos
pescados de roca, quizá por su aspecto, no eran demasiado apreciados años
atrás; sin embargo ahora son considerados pequeñas joyas (no son baratos y
encontrarlos en Madrid en los meses de calor es realmente difícil, ya que los
mejores restaurantes de la costa van a diario a las lonjas y se hacen con
ellos). Ahora sin embargo sí es posible comerlos en la capital; eso sí, como
comenta el chef, no siempre entran los de temporada (ahora es la del virrey y
la escorpa), sino que hay que fijarse sobre todo en las piezas que van
llegando, 'piezas únicas', como las llaman los profesionales.
Por este
motivo en Bistronómika no hay una carta definida, sino que esta es abierta y
según el producto, un día puede haber urta y al siguiente San Pedro. El nombre
de este último pez tiene su historia. Cuentan que en la Antigua Roma, el
Imperio reclamó a San Pedro unos impuestos que no podía pagar. Así, metió la
mano en el mar, sacó del agua un pez y de su boca salió una moneda con la que
pudo saldar su deuda. El pez de San Pedro tiene una marca en el lomo que se
asemeja a una moneda, de ahí su nombre.
La mejor
forma de cocinar estos pescados, para mantener así toda su esencia y su sabor,
es, tal como comenta Carlos Del Portillo, a la brasa: "Lo más importante
es el punto del pescado, eso hay que llevarlo a rajatabla. Es fundamental que
cuando lo abras el lomo caiga solo. Nosotros lo hacemos entero y luego lo
limpiamos y nos quedamos con la espina central, que es con la que hacemos el
fumet y la salsa bilbaína que echamos luego por encima. Si racionas el pescado
consigues hacerlo en su punto, pero lo que consigues al cocinar un pescado
entero asado y abrirlo al momento, el jugo que suelta, eso no lo tienes
racionándolo. Por eso los hago enteros, el resultado es espectacular". Un
detalle más a tener en cuenta a la hora de asar uno de estos pescados: la piel
no debe romperse. El chef recomienda dejarla crujiente y comérsela, pues es
exquisita.
El sabor de
estos pescados salvajes es potente, especialmente si son de roca y se alimentan
de crustáceos. Pero en opinión del cocinero hay uno que destaca por encima del
resto: "Me quedo con el sargo negro de Galicia. Yo le llamo el cerdo del
mar, porque cuando le abres ves un dedo de grasa en el estómago. Esa grasa
chorrea en la brasa y lo que le aporta a la carne es algo tremendo. A la hora
de metértelo en la boca el primer golpe es brutal. Nadie se queda indiferente
al probarlo".
Ante un
bocado tan suculento, la guarnición, como indica el chef, debe ser discreta:
una patata panadera, un pimiento rojo o el mejor tomate. Y para beber, un vino
de Galicia, no necesariamente blanco, resultará perfecto.
Fuente: alimente.elconfidencial.com
....si dejas que el lomo caiga solo como dices...te as pasado compañero!!!si te queda asi esta...SECO!!!
ResponderEliminarLA ESPINA CENTRAL TIENE QUE QUEDAR CRUDA!!!!!
Y al habrirlo tiene que costar un poco despegar la carne de la espina.le hechas un txorrito de aceite bueno hirviendo por encima despues de habrir y desespinar y se termina de hacer asi.(recete a los tres refritos:aceite,ajos,una guindilla al gusto y txorrito de vinagre blanco)de esta manera el pescado mas jugoso no puede quedar y aprecias puramente el sabor del pescado.por otra parte los sargos cuando tienen esa capa de grasa es en la epoca previa al desove(invierno)pero es algo que le pasa a muchos esparridos.como delicatesen te olvidas de brecas,herreras,salmonetes y berrugatos....de lo mejor