Las aguas de
la desembocadura del Bidasoa se han convertido en el mejor caladero de pesca de
Euskadi. Si el pasado fin de semana el alegiarra Jokin Zabala se hacía con una
lubina de 6 kilos y 300 gramos, ayer fue otro aficionado, esta vez de Irun, el
que se cobraba una pieza también de exposición: una dorada que pesó nada menos
que 7 kilos y 100 gramos. La captura, al igual que en el caso anterior, se
llevó a cabo en Hondarribia.
«Estaba con
mi amigo Joseba, en la zona del Puntal, próxima al aeropuerto. Llevábamos toda
la tarde con las cañas largadas y ninguna se había movido un ápice. No habíamos
tenido ninguna picada. Estábamos ya aburridos, poco menos que a punto de
recoger y marcharnos», relata Roberto Torrón, el protagonista de esta historia.
Pero todo
pescador sabe que hay que ser paciente. Es una virtud que ayer le dio a este
vecino de Irun la oportunidad de hacerse con la captura más importante de su
vida.
Apenas
habían pasado unos minutos de las seis y media de la tarde cuando una de las
cañas de Roberto se curvó tanto que parecía que incluso podía partirse. «La
picada fue de las buenas... El carrete comenzó a girar. Eché mano a la caña. El
pez tiraba como un demonio», explica Roberto.
La pugna con
el animal no había hecho más que empezar. El pescador se preparaba para una
larga batalla, aunque al final no fue para tanto. «Hemos estado unos diez
minutos. Poco a poco la he ido aproximando a la orilla. Cuando estaba ya cerca,
mi amigo Joseba se ha metido en el agua con un salabardo y la ha cogido».
Roberto
reconoce que fue una sorpresa comprobar que se trataba de una dorada, una de
las piezas más cotizadas por los pescadores. «Cuando tiraba de ella, pensaba
que sería una corvina y no una dorada».
El pescador
señala que el ejemplar de ayer se convierte en la mejor de sus capturas. «Lo
más que había pescado había sido una dorada de 3,2 kilos, que no está nada mal.
Pero es que esta última es espectacular», reconoce.
Con una
sonrisa imposible de borrar de su rostro, Roberto, acompañado de su amigo
Joseba, ya había hecho la tarde y recogieron sus trastos no sin antes
inmortalizar la buena pesca. «La llevaré a casa, la trocearé y repartiré»
explica el pescador.
Al igual que
en la captura de la lubina por parte de Jokin, Roberto utilizó como cebo
cangrejo verde. «Normalmente lo suelo coger yo mismo, pero si no, lo compro»,
explica el pescador que utilizo caña de carbono. Asimismo, empleo una línea
como puntera de 0,35 milímetros de fluorocarbono. «Y también unos buenos
carretes», se apresta a precisar.
Fuente: diariovasco.com
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