Jokin Zabala,
la madrugada del pasado sábado, capturó un pedazo de lubina que dio en la
báscula nada menos que 6 kilos y 350 gramos. Ahí es nada. La pieza fue vendida
a un restaurante a un precio que no ha sido desvelado. «Me pagaron
bonitamente», reconoce Jokin.
La madrugada
estaba agotando sus horas. En el interminable espigón de la desembocadura del
Bidasoa, junto a la playa de Hondarribia, Jokin y su novia Jone disfrutaban de
una noche otoñal. Son dos practicantes de la pesca desde tierra. Su afición,
además de hacer acopio de excelentes capturas como puede verse, les permite
hacer turismo por todo Euskadi y más allá de la comunidad autonómica. Getaria,
Mundaka, Francia, Hondarribia... son solo algunas de las plazas en las que han
visto amanecer en mas de una ocasión.
Pero vayamos
a la noche de autos. Sucedió entre las cinco y las seis de la madrugada. Hasta
ese momento, la pesca no es que tampoco hubiese ido mal. «Habíamos tenido
varias 'picadas' y había cogido una lubina pequeña, una lubineta», explica el
pescador.
Todo cambió
en un santiamén, en una décima de segundo. De pronto, el carrete comenzó a
girar. Aquello no había manera de que se detuviera. «Cogí la caña y enseguida
me di cuenta de que había picado una gran pieza».
Jokin
comenzó a recoger, pero no tardó en darse cuenta de que la lucha iba ser larga.
Ni pez ni hombre iban a ceder. A las maniobras de recogida de la línea
respondía el animal con sucesivos tirones para recuperar su espacio perdido en
el mar. «Mi objetivo era que la lubina se cansara, se agotara», recuerda Jokin.
Fue un tira
y afloja que se prolongó cerca de veinte minutos hasta que el 'bicho' fue
entregándose poco a poco. Al final cedió. «Lo acerqué hasta las rocas y con el
salabardo logramos sacarlo fuera del agua».
La
satisfacción era en esos momentos plena. Atrás quedaban los temores a que la
pita pudiera romperse, a que algún nudo también pudiera deshacerse o incluso se
soltara del anzuelo. «Nada de eso ocurrió. Fue en gran medida porque el
material que llevaba era de calidad. No se puede ir a pescar este tipo de
ejemplares con cañas malas o aparejos de dudosa calidad. Si lo haces, es
posible que venza el pez y te quedes sin nada», afirma Jokin.
La pieza del
sábado se ha convertido en la mejor captura de este pescador. «El año pasado
cogí otra lubina hermosa. Fue en Mundaka y pesó cinco kilos. Creía que jamás
iba a coger otra igual. Y mira, ahora he capturado una de 6,3 kilos».
Jokin
utilizó como cebo dos cangrejos verdes que los ensartó en sendos anzuelos del
número 1. De puntera uso hilo de fluorocarbono de 0,40 milímetros. La caña era
una Vercelli.
El hermoso
ejemplar fue vendido a un restaurante que Jokin prefiere no desvelar cuál es y
«por el que me pagaron bien, bonitamente».
Fuente: diariovasco.com
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