Eduardo Gómez de Agüero (León, 1983) lleva años estudiando el consumo de pescado en la antigüedad. En la Universidad de León trabaja con Víctor Bejega García, que se ha especializado en los mariscos. Ambos hablarán esta tarde, a las 17.00 horas, en la Casa da Cultura de Vimianzo. La actividad forma parte del proyecto del GAC, con el que se pretende convertir el municipio en un destino turístico. La iniciativa se enlaza con otras actividades de este tipo como el Outono Gastronómico, que concluirá este fin de semana y que ha resultado un éxito.
-¿Sobre qué período de tiempo tienen previsto hablar?
-Empezaremos por los castros y terminaremos en la Edad Media, en los siglos XV y XVI. Nos referiremos especialmente al valor gastronómico y social que tenían los productos del mar.
-¿Cómo era al principio?
-En los castros de costa se consumían sobre todo los gasterópodos, en tanto que en los de interior elegían bivalvos como el berberecho, la navaja o la almeja.
-¿Cuándo se produce un consumo masivo de los productos del mar?
-Cuando llegan los romanos. El marisco pasa a tener un gran prestigio no solo gastronómico si no también, social. Era muy caro, por lo que cuando hacían banquetes intentaban ofrecer lo mejor. En la época romana y en la Edad Media preferían las ostras, pero también las vieras y los erizos. En las zonas costeras seguían con las lapas y los mejillones. Consumían mucha sardina y chicharro en salsas o conservas. Las personas con mayor capacidad económica elegían el besugo, la dorada o la lubina. El pescado también era un elemento de prestigio social.
-¿Qué cambió en la época medieval?
-Mientras que en la época castreña y en la romana, el consumo de pescado y marisco estaba equilibrado, en la Edad Media el primero adquiere mucha más importancia.
-¿Por qué?
-A causa de la influencia de la religión católica. Había entre 140 y 150 días al año de abstinencia, en los que no se podía comer carne, por lo que las proteínas tenían que proceder del pescado. En los siglos XII y XIII son muy importantes las pesquerías de la merluza, el congrio y la sardina. Además se desarrollan las técnicas de salazón y secado, para atender a la demanda de las localidades del interior. El secado del congrío en Muxía procede del siglo XII. Es entonces cuando nace la gran industria pesquera de Galicia, cuando se sientan las bases de la actividad pesquera. Los moluscos, en cambio, desaparecen de la dieta. Están mal vistos. Incluso hay tratados medievales en los que se recomienda no servirlos en las comidas. Solo la ostra mantiene su papel social y económico.
-¿Se preparaba de alguna manera especial?
-La ostra escabechada era el plato fetén. De Galicia llegaba a toda España toneles y toneles de ostras. En las poblaciones costeras, sin embargo, seguían con las chirlas, las minchas y las navajas. A menudo solo las comían los marineros y la gente pobre. El consumo del erizo no llegó a prohibirse, pero se consideraba una animal maligno, creían que las púas eran los pecados de los hombres.
-En pequeñas cantidades porque se consumían muy poco. No son grandes depósitos como ocurría en los castros. Encontramos conchas de ostras en monasterios, lo que es chocante porque se trataba de un producto muy caro.
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