A los achaques propios de la edad -era ya centenario-, se sumó un grave disgusto por perder los ahorros de toda una vida en las participaciones preferentes. Así se agravó la maltrecha salud del loro Ravachol, que murió a la vez que la programación festiva del Entroido pontevedrés.
Su plumífero cadáver fue velado ayer por cientos de afectadas viudas y deudos, que lo acompañaron en una "velada infausta" desde su funeral de cuerpo presente en A Verdura hasta su incineración en la Praza da Ferrería.
El cortejo contó con un extenso séquito de duelo, integrado por comparsas como Os Paparrulos, A Esmorga, Solfamidas, Las Flores del Carnaval, Vamos a Todo y Os da Caña, así como agrupaciones musicales que acompañaron al cadáver por las calles San Román, Ferrería, paseo de Antonio Odriozola, Soportais, Manuel Quiroga, Princesa, Isabel II, Rúa Real, Sarmiento y Pasantería, para volver a la Praza da Ferrería donde se instaló la pila funeraria.
La cremación del loro puso fin al carnaval y a los actos con los que se celebró el centenario de fallecimiento del auténtico Ravachol, el transgresor loro de Perfecto Feijóo. La incineración del difunto se desarrolló por ello en medio de un gran espectáculo satírico-necrológico, que contó con una elegía por el fallecido, una danza fúnebre y una "apoteosis final con concierto de Roi Casal, "O boticario gaiteiro".
Previamente, la recreación de la Botica de Perfecto Feijóo recibió durante toda la jornada a cientos de personas que acudieron a dejar testimonio de sus condolencias en el mismo lugar desde el que el auténtico loro atormentaba hace un siglo a señoritos, arrieros, clérigos y viandantes en general de la Praza da Peregrina.
Además de la cremación de Ravachol, el cierre de la programación del Entroido pontevedrés contó también con otras pequeñas fiestas en barrios, parroquias y agrupaciones culturales, como la celebrada en la parroquia de Tomeza.
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