sábado, 8 de febrero de 2014

La Sociedad General de Historia Natural y la Cemma recuperan tortugas y focas




"Si un lobo marino no quiere volver al mar, es un síntoma de que tiene algún problema: fiebre, neumonía, frío, hambre...", explica el biólogo gallego Alfredo López, de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma). Lo mismo ocurre con las tortugas que solo varan en la costa gallega en situaciones de emergencia. Personal de la Cemma y la Sociedad General de Historia Natural se ocupa de ellos en su UCI, donde realizan curas, radiografías, ecografías u operaciones, como si se tratase de seres humanos.





Tras la recogida de un animal (lobos marinos, focas y tortugas) en las costas gallegas, los veterinarios establecen las pautas de recuperación en las dos unidades de cuidados intensivos (UCI) de Galicia: una de la Sociedad General de Historia Natural (SGHN) en Ferrol y otra de la Coordinadora para o Estudo de Mamíferos Mariños (Cemma) en Nigrán. Esas pautas recuerdan a los protocolos para los humanos en los hospitales. Lo primero es tomarles la temperatura. En el caso de las tortugas marinas, el biólogo Alfredo López recuerda que estos animales "solo bajan a tierra para poner huevos, pero no en Galicia, sino en otros lugares. En las costas gallegas, aparecen normalmente en los inviernos". Las tortugas van tomando la temperatura del agua. "Si hace frío, dejan de alimentarse y moverse, quedando a expensas de las corrientes y vientos. Es entonces cuando varan en tierra. Aunque las eches de nuevo al mar, vuelven para tierra", añade el biólogo gallego.
Algo muy parecido les ocurre a los lobos marinos o focas. Los que arriban a las playas llegan cansados, algunos heridos, y con hambre. "Pueden morir de frío porque no tienen grasa. Por eso, tras tomarles la temperatura e iniciar las curas de las heridas, se les humedece, según necesiten, unas dos o tres veces al día. Se les pone al lado un cacharro con agua para que regulen la temperatura", añade el portavoz de Cemma.





En su centro de Nigrán se encuentra desde hace unas semanas Raciño, un lobo marino "cincento" (H. grypus), mientras otro de su misma especie llegó también a la UCI de la SGHN de Ferrol. En estas últimas semanas, personal de las dos entidades, que colaboran entre sí, los han ido alimentando con pescado. El objetivo es que ganen peso hasta alcanzar unos 30 kilos. Ese es el volumen de referencia que indica si un lobo marino puede o no ser devuelto al medio natural para valerse por sí mismo.
Los más débiles no tienen ni fuerzas para comer por lo que a veces el personal se ve obligado a introducirles la comida en la boca hasta que poco a poco vuelven a comer por sí mismos. Precisamente, ese es el fin de la segunda fase de recuperación.
Pero antes, los animales marinos son estudiados a fondo, realizándoles análisis de sangre, radiografías, ecografías o incluso operaciones quirúrgicas.




Una vez mejoran, en la segunda fase de recuperación se les anima a que vuelvan a cazar por sí mismos y fortalezcan sus músculos, para lo que son trasladados a piscinas de mayor tamaño, como Raciño a las instalaciones del Igafa en la ría de Arousa, que apunta que desde el año 1990 han varado unos 5.000 animales marinos (incluidos cetáceos) en Galicia. De estos el 11% eran animales vivos. La mayor parte fueron reintroducidos en el mar. Los responsables de la Cemma calculan que entre 50 y 60 lobos marinos y tortugas han pasado por la UCI con un éxito de recuperación del 80%. "Es una cifra muy alta", destaca López, que contrasta la tasa con la supervivencia de cetáceos como delfines juveniles: "Hasta ahora, no hemos conseguido mantenerlos con vida más de quince días".
La coordinadora recuerda que lleva años demandando un centro de recuperación de mamíferos marinos en Galicia. Hace unos años se llegó a realizar un proyecto para la zona de Baredo (Baiona), pero finalmente quedó en el aire como consecuencia de la falta de financiación pública. Hoy en día la recuperación de cetáceos vivos en Galicia tras un varamiento queda a expensas del azar y el destino.
Si los lobos marinos, focas o tortugas se acercan a la costa y no quieren bajar de tierra, la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma) y la Sociedad General de Historia Natural (SGHN) actúan.
E1. El primer paso es recoger al lobo marino o tortuga que está mal. En el centro le miden la temperatura, inspeccionan y empiezan a curarle las heridas. También les echan agua para que recuperen la temperatura normal.
E2. Si la situación es muy muy grave, les practican diversas pruebas como análisis de sangre, radiografías o ecografías para cerciorarse de que no tienen órganos dañados o huesos rotos. En algunos casos, el animal debe ser operado. En la foto, cirugía que se le practicó al lobo marino Insua, con un anzuelo en su estómago (SGHN).
E3. En muchos casos los animales llegan exhaustos por el cansancio, fatigados de luchar con un mar bravo o casi congelados por las frías aguas; o famélicos, sin ánimo para comer tras tantos días de hambre. Personal de la Cemma y la SGHN les dan de comer incluso metiéndoles el pescado en la boca. En muchos casos, con riesgo de que les muerdan.
E4. Tras los anteriores pasos de la primera fase, llega la segunda: el traslado a piscinas de grandes dimensiones donde vuelven a aprender a pescar por sí mismos y a recuperar la forma ejercitando sus músculos. Es clave para su regreso a las aguas y a la vida salvaje. Se procura que el contacto con el humano sea mínimo, para que no confíen en él. En países como Canadá, Chile o EEUU hay matanzas salvajes.

Fuente: La Opinión Coruña

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