martes, 30 de diciembre de 2014
Fuga masiva de lubinas de piscifactoría provocan desórdenes públicos
Portmán vuelve a la primera plana de la actualidad, y no precisamente por el proyecto de regeneración de la bahía, sino por las alteraciones del orden público que está ocasionado la pesca masiva en sus playas desde hace cerca de un mes.
Inicialmente, la preocupación del Ayuntamiento radicaba en el ensuciado de las playas. Pero, con el paso de los días, la presencia de cientos de pescadores no profesionales de toda la Región y las provincias de Alicante y Albacete, atraídos por la facilidad para capturar los cientos de miles de lubinas fugadas de los criaderos de la vecina bahía de El Gorguel, ha soliviantado los ánimos de muchos vecinos, cansados de ver «la porquería que dejan, los robos en los barcos del club náutico y las peleas que se forman».
Conscientes de ello, los agentes municipales y la Guardia Civil, además de restringir la entrada de vehículos por los accesos principales de la bahía, han comenzado a multar «conforme a las ordenanzas municipales aplicables y la normativa general de pesca», según aseguró un portavoz de la Policía Local.
En cualquier caso, antes de consumar la sanción, el portavoz matizó que «primero se da un aviso y, si el interesado permanece en el lugar pasados unos minutos, entonces es cuando se multa».
Sin embargo, su tarea no está siendo fácil por la intransigencia de algunos pescadores, que argumentan «no estar haciendo nada ilegal en un lugar público». Tanto es así, que incluso uno de ellos, el pasado fin de semana, al recibir la sanción de un guardia civil, zarandeó al agente como manera de expresar su desacuerdo.
Pero es que, además de sancionar, los agentes están interviniendo para separar a los pescadores que se enzarzan en disputas por defender su sitio o por el enredado de los anzuelos. En uno de los incidentes, también hace unos días, una ambulancia tuvo que evacuar a una mujer de la bahía tras ser mordida y golpeada por otra.
El alcalde en funciones, Carlos Javier Martínez, reconoció que el Consistorio, a principios de noviembre, tuvo conocimiento del desenganche de una de las jaulas de la granja a causa del fuerte viento. Desde entonces, añadió «se está actuando para intentar mantener limpia la playa y de disuadir a la gente de que vaya a pescar, pero es muy difícil».
Otro efecto colateral de esta pesca masiva recae sobre los profesionales. El patrón mayor de la cofradía de pescadores de San Pedro del Pinatar, Juan Pablo Martínez, afirmó que la venta de lubinas y doradas en mercadillos o puerta a puerta está provocando «un daño brutal». Si el kilo de lubina se vende en pescaderías y supermercados a un precio de entre siete y ocho euros, los pescadores furtivos lo están ofreciendo a tres e incluso a solo dos.
Pero lo más grave, agregó Martínez, es que la venta se está llevando a cabo «sin saber las condiciones de conservación que se ha aplicado al pescado una vez fuera del agua».
Para una caña experimentada, una jornada a pleno rendimiento de 10 horas puede acabar con 40 ó 50 kilos de lubinas en los cubos.
Por su parte, la empresa propietaria de la explotación acuícola, Culmarex, afirmó a través de su portavoz, Tomás Hernández, que «no se ha producido ninguna fuga más desde la que provocó el temporal hace un mes». En una de estas jaulas se crían entre 300.000 y 350.000 ejemplares, aunque Hernández dijo que «de momento, no se sabe cuántos pudieron escapar».
Fuente: Laverdad.es
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