domingo, 11 de enero de 2015
Nuevo presidente de El Esmerillón: «Espero que al salmón no le ocurra como al urogallo, que desapareció»
Fernando Antonio Caldevilla Pérez 'Antón el Cuatro' acaba de ser elegido presidente de la Sociedad de Pescadores El Esmerillón y le quedan por delante cuatro años al frente del colectivo, entidad que ya presidió con anterioridad durante 21 años. Nació en la localidad parraguesa de Vega de los Caseros, hace 65 años, y ahora vive al otro lado de la carretera, en el pueblo cangués de Villanueva. Está casado, es padre de tres mujeres y alcanzaba la jubilación el pasado mes de abril como empleado de la Dirección General de Carreteras en Asturias. Es un apasionado de la pesca de río y el paladín en la defensa de la cultura ribereña del Sella. Está convencido de que hubo un tiempo pasado que fue infinitamente mejor.
-Lleva 21 años como presidente de la Sociedad de Pescadores El Esmerillón y hace tres semanas renovaba mandato para otros cuatro años. ¿Qué le motiva?
Tengo una afición enorme a la pesca y quiero defender las ideas de la cultura tradicional de los ribereños del Sella frente a las directrices que nos quieren imponer políticos y funcionarios de ciudad. Asumo esos principios y tengo apoyos para luchar contra este tipo de gente.
Resulta frecuente escucharle decir que «desde que nos gobierna gente foránea se va perdiendo la cultura ribereña». ¿Es cierto eso?
Los mandos, los responsables del Principado en materia de pesca, son de otras regiones y dictan normas contrarias a la cultura ribereña de toda la vida. Esa gente con poder para imponer las reglas del juego desconoce lo que eran los ríos y en consecuencia establecen normas muy raras. No cuentan con las asociaciones de pescadores y nos resulta una pérdida de tiempo acudir a dialogar con ellos en el Consejo de Pesca, un órgano meramente informativo y no vinculante.
-¿Qué 'locuras' hace esa gente para lapidar la cultura ribereña?
Voy a poner nada más que tres ejemplos: Prohibir pescar más de cuatro salmones por pescador al año, no iniciar la temporada a mediados de marzo, como era tradicional, e impedir la venta del salmón.
¿Es usted partidario de la venta del salmón?
Sí. Y no lo digo por los cuatro que yo pueda pescar, sino por la riqueza que siempre creó en los restaurantes y negocios de la ribera. Los salmones, cuando se pescan, ya están muertos y la gran pregunta con necesidad de respuesta sería saber en qué beneficia al salmón vivo la prohibición de su comercialización.
¿Tampoco está de acuerdo con el cupo de cuatro salmones por pescador al año?
Dicen que el hecho de no poder pescar más que cuatro salmones es para repartir los recursos. Y yo pregunto, ¿qué hacen ellos para repartir sus recursos? ¿Reparten con alguien los sueldos que cobran? Lo que están haciendo es repartir la pesca de los demás, cuando esa distribución tendrían que hacerla los pescadores. El salmón agradecería que los políticos lucharan contra los depredadores, la contaminación de los ríos y la pesca incontrolada por barcos en alta mar y a la entrada de las rías.
En épocas recientes, la fecha de la apertura de la temporada de pesca del salmón genera tensiones entre el Principado y los pescadores. ¿Cuál sería su calendario ideal?
Tradicionalmente, la pesca del salmón iba de mediados de marzo al 18 de julio. De esa forma la riqueza generada en la ribera era mucho mayor y esa reflexión me la dictan mis 55 años de experiencia en el río. Hoy ya nos conformamos con poca cosa: que la temporada vaya del primer domingo de abril al 15 de julio, que se respeten las reservas biológicas de Cañeras y La Tejera y que haya dos cotos salmoneros en los que no se pueda pescar trucha para la recuperación de la especie.
¿Qué opina de la pesca sin muerte, tan defendida desde el Principado?
Es un fracaso, un fraude, no atrae pescadores al río y no ayuda a la economía de la ribera. El Principado saca porcentajes de ocupación de los cotos sin muerte y dicen que los vendieron bien, pero mienten. En marzo y abril, el 98% de los cotos de pesca sin muerte quedan sin vender. Los porcentajes buenos son de mayo a julio cuando se pesca salmón sin muerte pero la trucha y el reo se pueden capturar con muerte.
¿Usted pesca sin muerte?
En las cuatro estaciones del año visito el río a diario sin necesidad de pescar y me encanta. Lo que no me gusta es molestar y martirizar a un pez que luego hay que devolver al agua. Si lo saco es para aprovecharlo. Me gusta que haya peces en el río y también comer lo que pesco. De hecho, la asociación que presido cría y suelta 250.000 alevines de trucha y reo cada año para disfrute de todos los asturianos.
¿Cómo ve la evolución de la pesca en los últimos 55 años?
La vida evoluciona en todos los niveles. En mi trabajo pasamos del carretillo al ordenador. Pesqué con caña enteriza de bambú de 4 metros y ahora se utilizan cañas telescópicas de 11. Antes, los pozos se acondicionaban por cambios naturales en el agua y hoy por obras humanas. Hace 30 años también había temporadas pobres de salmón. La de 2009 fue una de las peores y los ecologistas la aprovecharon para dar un golpe de timón contra los pescadores. Pero la de 2010 resultó excepcional. Toda la vida hubo picos sin necesidad de ser tan drásticos como ahora.
¿Qué le pide al futuro?
Que la Administración siga el ejemplo de los pescadores que quieren continuar pescando. Y que al salmón no le ocurra lo que al urogallo, que desapareció a pesar de estar prohibida su caza. Los urogallos desaparecieron por la nefasta gestión de la Administración al mantener en su hábitat a todos los depredadores posibles. Si el pescador abandona el río, que la Administración se olvide de la pesca. Las asociaciones de pescadores realizamos un trabajo muy importante que ellos nunca harían.
¿Son efectivas las repoblaciones?
El Esmerillón cría alevines de reo y trucha en la piscifactoría de Mampodre. En 2014, de acuerdo con el Principado y siguiendo unas pautas, soltamos un cuarto de millón de ejemplares en regatos, donde los cormoranes no tienen acceso. El índice de supervivencia no lo sabe nadie pero en el proceso de cría en cautividad tenemos un éxito del 60%.
¿Recuerda dónde y cuándo pescó el primer salmón de su vida?
Tenía diez años y estudiaba en la escuela de Villanueva, en el edificio que hoy ocupa el Parador Nacional. Me prestó la caña de bambú un pescador que dejaba el río y saqué un pez de 5,100 kilos. Ya me di cuenta al llegar a casa que con aquella captura contribuía al bienestar de la familia. Y eso, también es cultura.
Fuente: Elcomercio.es
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