Apenas unos meses desde que levantarse la prohibición de pescar, las expectativas no son nada
halagüeñas. «El peor año de mi vida como pescador», se lamenta Antonio Cotos,
exsecretario de la Federación Galega de Pesca. A pesar de que la campaña
comenzó con dos meses de retraso a causa de la crisis del covid-19, los
resultados no mejoran y ya suman varias campañas en las que la pesca del salmón
se ha convertido en un premio harto complicado.
Pese a las abundantes lluvias y
los meses sin pescar -aspectos que podían beneficiar una mejoría de la
situación en la vuelta a los ríos-, la falta de caudal y la ausencia de
repoblación son los principales motivos de la escasez, según los pescadores.
«En ríos como el Eo, con un gran potencial durante muchos años, no sabemos por
qué se ha perdido. El Masma va también muy seco y el salmón necesita mucha
agua», reconoce Pepe Casal, presidente de las Sociedades Gallegas de Pesca, y
subraya que «la gestión de los cotos no se ha hecho bien, se ha aumentado el
número y se han eliminado otros que funcionaban». «El salmón vive una situación
agónica desde hace años. Los ríos están dejados de la mano de Dios por la
Xunta. Ni se repueblan ni se limpian. El dinero que ingresamos los pescadores
no revierte sobre nosotros. Los ríos están solos», recalca el pescador José
Manuel Duro.
El colectivo
señala también al poco caudal de los ríos como uno de los motivos para la falta
de salmón. «Va agazapado y no remonta, y los que se ven tienen muy poco peso.
No son como los de antes. Nunca vi el Mandeo tan seco como este año», explica
Antonio Cotos, cuyos malos resultados le hacen plantearse abandonar su mayor
afición: «Voy a tener que retirarme de la pesca».
Parecida
situación vive el reo. «La caída de capturas ha sido dramática. En el Eume se
pescan con los dedos de las manos, al igual que en el Xuvia. Y ahora nada. Hace
años allí se cogían a manadas», insiste Duro.
Las cifras del fin de
semana han puesto los dientes largos a los pescadores gallegos, y han
evidenciado que los problemas de la pesca fluvial persisten. Los mas del millar de salmones capturados en Asturias frente a los 78 de Galicia no
hacen más que ahondar en la problemática que vive la comunidad frente al
territorio vecino. «En Asturias la gestión de las soluciones se ha hecho muy
bien y aquí no ha sido así», afirma Pepe Casal.
Otra queja
compartida: «Los ríos están selváticos, no hay por dónde andar»Los meses de
confinamiento han pasado factura a los accesos a los ríos. «En el Sinde hubo
tramos en los que tuvimos que acceder a gatas. Para pescar el salmón hay que
usar cañas grandes, pero para pasar por esos sitios solo podíamos llevar cañas
pequeñas», añade Pepe Casal a la problemática de la escasez de capturas.
«El río está
selvático, no hay por dónde andar y esto implica también que los movimientos
para pescar se limitan y no permiten realizar la actividad igual», razona
Antonio Cotos sobre el caso del Mandeo.Falta de caudalAl efecto de la naturaleza,
los pescadores añaden la falta de caudal. Sobre todo en ríos que dependen de
presas. «El caudal ecológico debería ser revisado con mayor frecuencia.
Ahora
es insuficiente y eso va perjudicar la recuperación del río», afirma David
Arcay, miembro del club Salmo. Y añade que el parón de muchas industrias
durante el estado de alarma redujo la contaminación. «En el Sar ahora el agua
baja cristalina y antes no era así. Esto debe servirnos para darnos cuenta de
que algo estamos haciendo mal. En Galicia tenemos un potencial que no sabemos
cuidar; si se hiciese esto sería un paraíso para la pesca», recalca.
La trucha es
la que da algunas alegrías a los pescadores. A pesar de comenzar la temporada
con dos meses de retraso, los pescadores dan por bueno el resultado. «Esta
siendo uno de mis mejores años», asegura Miguel González Penide, miembro de la
Sociedad Río Mandeo.A pesar de que los ríos van con menos agua, lo que influye
negativamente en la recompensa, en apenas un par de horas suelen cumplir con el
cupo de ocho capturas en zonas libres y cuatro en cotos privados. «Los cupos
son pequeños y en una hora ya me tuve que volver a casa porque ya no podía
pescar más», admite Roberto Martínez, de la Sociedad Val de Lemos. «Las truchas
son unas supervivientes, aunque el río tenga malas condiciones. Nos están
sorprendiendo por la gran cantidad que hay», destaca David Arcay.
Fuente: La
Voz de Galicia
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