La rotonda bajo el puente del Ribeiriño, que cada día canaliza el tráfico del acceso centro de la A-52, bien de paso o como nudo de comunicación con la ciudad o con otras carreteras, mejorará su actual aspecto.
Las vallas anticipan el inicio de las obra de remodelación. Descartado (por decisión política de la concejala de Medio Ambiente, la nacionalista Marta Arriba) un costoso proyecto heredado de la anterior corporación local, cuando esta área de gobierno dependía del PSOE, la reconstrucción que ahora se propone supondrá un ahorro importante tanto a corto como a largo plazo. El nuevo proyecto, con menos agua y más verde, árboles y plantas, tendrá para las arcas municipales un coste de 30.000 euros, muy alejado de los 180.000 euros anteriormente previstos para construir una fuente ornamental que ya había sido adjudicada.
La mejora de este espacio, obligado por razones de imagen al tratarse de un lugar que es zona de paso y ofrece una de las primera imágenes de la ciudad a los visitantes que acceden desde la A-52, incluye el mantenimiento de la actual construcción de piedra, que trata de asemejarse al puente romano, a pesar de su discutible estética.
La intervención, aparte de las labores de limpieza, buscará la integración de esta pieza de piedra en un conjunto que ahora estará dominado por vegetación, árboles y plantas, junto con un regato de agua para aprovechar la estructura del puente. El agua, en cualquier caso, tendrá una circulación muy restringida, a modo de pequeño regato. Se evita, de ese modo, que la calzada se vea frecuentemente salpicada de agua, como ocurre en aquellas rotondas donde hay fuentes, lo cual penaliza la seguridad del tráfico, fundamentalmente en el período invernal.
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