Una investigadora del IEO
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El centro vigués ha liderado durante el último siglo las
investigaciones relacionadas con la pesca en España y es todo un referente
mundial en acuicultura
El Centro Oceanográfico de Vigo ha sido pionero en el mundo
en la cría en cautividad de especies como el pulpo, el rodaballo o el
sanmartiño. Sus científicos han descubierto nuevas técnicas genéticas para
luchar contra las algas tóxicas, han dado nombre a crustáceos hasta ahora
desconocidos y han participado en diversas campañas internacionales para
descubrir nuevos caladeros a la flota pesquera española. Entre los cuatro
barcos de que dispone se encuentra el "Cornide de Saavedra", el
primer buque oceanográfico moderno con que contó España.
En el Real Decreto de 17 de abril de 1914 por el que se
creaba el Instituto Español de Oceanografía ya se disponía la ubicación de un
laboratorio costero en Vigo, que fue inaugurado oficialmente el 2 de septiembre
de 1917. El Laboratorio se instaló provisionalmente en el pabellón de la
Sociedad de Salvamento de Náufragos, situado en el puerto de Vigo. Desde
entonces, su labor científica ha sido un apoyo fundamental para el desarrollo
de la actividad pesquera y conservera en Galicia. Como señala su director,
Valentín Trujillo, en el Centro Oceanográfico de Vigo "se han conseguido
grandes hitos mundiales en investigación marina, y es en la actualidad todo un
referente en acuicultura". El centro cuenta con 160 trabajadores, de los
que 51 son investigadores.
Las primeras investigaciones del IEO en Vigo estuvieron
relacionadas con la crisis de la sardina de principios del siglo XX, que dieron
lugar a la creación de un laboratorio en la ciudad; su primer responsable fue
Fernando de Buen y Lozano. Otras investigaciones del centro vigués durante esa
época estuvieron relacionadas con los afloramientos de algas nocivas y con la
caza de la ballena.
Poco a poco, las investigaciones sobre el medio marino
-calidad del agua, plancton, variables fisicoquímicas?- se fueron ampliando
desde las aguas costeras hacia la plataforma continental y aguas más profundas.
Asimismo inició su actividad de representación en organismos como el Consejo
Internacional para la Exploración del Mar (ICES).
Tras la Guerra Civil, el laboratorio vigués trabaja en todo
lo relacionado con los cultivos de mejillón y de ostra, con destacados trabajos
de M. Sánchez y José Mª Navaz, este último director entonces del IEO en Vigo.
Durante la posguerra se establecen dos secciones de investigación: la biológica
y la química. En ambos casos se trata de ayudar al desarrollo industrial de la
pesca y de la conserva, actividades de vital importancia en la economía
gallega.
En 1940 es nombrado director Antonio Rodríguez de las Heras
y las instalaciones pasan al Areal. En 1942 se realizan dos campañas en aguas
saharianas, dirigidas por Francisco de Paula Navarro. Mientras tanto, durante
los años 40 y 50 se incrementa la producción de trabajos científicos sobre la
sardina con un contenido más ecositémico.
En la década de los 50 se suceden una serie de trabajos
pioneros sobre explotación de recursos pesqueros y derivados, así como estudios
biológicos del medio marino. En 1953 se realizan campañas de prospección en
Terranova para estudiar el bacalao y otras especies.
El "boom" de la pesca en los años 60 se
caracteriza en Vigo por la construcción de los primeros barcos congeladores y
el Oceanográfico trabaja también en los estudios químicos sobre transporte y
conservación de pescado. Paralelamente, se empieza a estudiar la calidad de las
conservas desde un punto de vista científico.
A finales de la década de los 60 comienza a ser una
preocupación el vertido de residuos industriales a las rías, agravados por
catástrofes como el hundimiento del "Polycommander" en la ría de Vigo
(mayo de 1970), lo que lleva al Oceanográfico a intensificar los estudios
relacionados con la contaminación marina, que sigue siendo una de sus líneas
prioritarias de investigación.
El centro vigués dispuso en 1971 del primer buque
oceanográfico moderno con capacidad oceánica con que contó nuestro país, el
"Cornide de Saavedra", lo que supuso un paso decisivo en las
posibilidades de trabajos en el mar. El barco es uno de los cuatro que forman
en la actualidad la flota del Oceanográfico vigués. Poco después, a mediados de
los 70, se abre un nuevo período en la investigación oceanográfica y, bajo la
dirección de Rafael Robles, el centro vigués experimenta un importante
crecimiento. En esa época el centro se traslada a la Avenida de Orillamar y
destacan los trabajos para dar respuesta a los problemas de vertidos de la
industria papelera a la ría de Pontevedra, o los estudios relacionados con la
ampliación de las zonas exclusivas a las 200 millas.
En 1986 investigadores del centro participan en la primera
Expedición Científica Española a la Antártida. Ese mismo año se inaugura la
actual sede en Cabo Estai, lo que marca una nueva etapa en la historia del
Oceanográfico vigués de la mano de Alberto González-Garcés, nombrado director
en 1987. A partir de ese momento, la actividad se centra en tres grandes áreas
de investigación: Acuicultura, Medio Ambiente y Pesquerías.
"Desde 1986 el centro cuenta con una planta dedicada
exclusivamente a la acuicultura marina, principalmente de peces, que ha marcado
grandes hitos a nivel mundial y con una vocación clara de transferencia al
sector", comenta Valentín Trujillo. Se trata de una planta semi-industrial
donde se ha desarrollado la investigación básica sobre el cultivo de rodaballo.
A comienzos de los años 90 se empezó a trabajar con otras especies, como el
sargo, el aligote, el salmonete, e
A finales de la década de los 60 comienza a ser una
preocupación el vertido de residuos industriales a las rías, agravados por
catástrofes como el hundimiento del "Polycommander" en la ría de Vigo
(mayo de 1970), lo que lleva al Oceanográfico a intensificar los estudios
relacionados con la contaminación marina, que sigue siendo una de sus líneas
prioritarias de investigación.
El centro vigués dispuso en 1971 del primer buque
oceanográfico moderno con capacidad oceánica con que contó nuestro país, el
"Cornide de Saavedra", lo que supuso un paso decisivo en las
posibilidades de trabajos en el mar. El barco es uno de los cuatro que forman
en la actualidad la flota del Oceanográfico vigués. Poco después, a mediados de
los 70, se abre un nuevo período en la investigación oceanográfica y, bajo la
dirección de Rafael Robles, el centro vigués experimenta un importante
crecimiento. En esa época el centro se traslada a la Avenida de Orillamar y
destacan los trabajos para dar respuesta a los problemas de vertidos de la
industria papelera a la ría de Pontevedra, o los estudios relacionados con la
ampliación de las zonas exclusivas a las 200 millas.
En 1986 investigadores del centro participan en la primera
Expedición Científica Española a la Antártida. Ese mismo año se inaugura la
actual sede en Cabo Estai, lo que marca una nueva etapa en la historia del
Oceanográfico vigués de la mano de Alberto González-Garcés, nombrado director
en 1987. A partir de ese momento, la actividad se centra en tres grandes áreas
de investigación: Acuicultura, Medio Ambiente y Pesquerías.
"Desde 1986 el centro cuenta con una planta dedicada
exclusivamente a la acuicultura marina, principalmente de peces, que ha marcado
grandes hitos a nivel mundial y con una vocación clara de transferencia al
sector", comenta Valentín Trujillo. Se trata de una planta semi-industrial
donde se ha desarrollado la investigación básica sobre el cultivo de rodaballo.
A comienzos de los años 90 se empezó a trabajar con otras especies, como el
sargo, el aligote, el salmonete, el abadejo y el besugo.
Las primeras experiencias sobre el cultivo del besugo se
realizaron en 1991 con la captura de ejemplares del medio natural para la
constitución de un stock de reproductores. En la actualidad, la especie se
cultiva a escala industrial fruto de la colaboración del IEO de Vigo con una
empresa. A mediados de la década de los 90 las investigaciones del centro se
ampliaron a crustáceos (centolla y bogavante) y moluscos. Uno de los hitos más
sobresalientes fue desarrollar el ciclo vital del pulpo en cultivo, algo que se
consiguió en 2001 en el centro vigués por primera vez a nivel mundial; también
ha colaborado en el desarrollo de la especie en estrechamente con el sector.
Otra especie prometedora de interés es el lenguado; también se ha conseguido
reproducir de forma natural la merluza europea, de la que el IEO de Vigo cuenta
con un stock de reproductores, lo que constituye otro hito internacional. Como
también lo fue en 2011 la cría por primera vez en cautividad en todo el mundo
de sanmartiños. Últimamente tienen puestas muchas expectativas en el cultivo de
la cherna.
Dentro de la oceanografía física, el centro vigués del IEO
estudia el cambio climático en las aguas atlánticas españolas a través de
diferentes proyectos de investigación. A su vez este tipo de trabajos sirven
para entender la productividad del medio físico y su influencia en la
abundancia de peces.
Otro de los campos de investigación se centra en el
fitoplancton, sobre todo lo relacionado con especies tóxicas. Este tipo de
trabajos empezaron en 1977 dentro de la creada Red de Observación del Medio
Marino, con el fin de alertar a las autoridades sanitarias sobre estas especies
potencialmente tóxicas y que pudieran transmitir sus toxinas a los moluscos
bivalvos.
Así, en 1976 se describió la especie de dinoflagelado
formador de cadenas (Gymnodinium catenatum) que producía la mayor toxicidad en
las rías por toxina paralizante (PSP) por primera vez en aguas europeas. A
finales de los 80, se hicieron importantes avances en la descripción de las
especies productoras de toxinas PSP y diarreicas (DSP), su biología y ecología.
A partir de 1992 las actividades de seguimiento se trasladaron al Instituto
Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) con el que se sigue
colaborando estrechamente. En 1996 la Comisión Oceanográfica Intergubernamental
(COI) de la Unesco, estableció en colaboración con el IEO el "Centro
Científico y de Comunicación sobre Algas Nocivas", desde el que se
potenció la cooperación con Sudamérica y norte de África.
Con respecto al grupo de Contaminación Marina, su trabajo
evalúa y hace el seguimiento de la calidad ambiental del medio marino, haciendo
un seguimiento sistemático desde principios de los 80 de la fachada atlántica
de las aguas españolas.
En esta área se distinguen dos grandes programas de
investigación. Uno de ellos es el Programa de Prospección y Evaluación de
Recursos Pesqueros en Aguas Lejanas. Comenzó en 1987 y su objetivo es estudiar
y evaluar los recursos pesqueros en los caladeros donde faenaba la flota
española congeladora de gran altura. Otra rama de trabajo es la de prospección
de nuevas áreas y recursos, con pescas experimentales centradas
fundamentalmente en aguas internacionales del Océano Atlántico. A partir del
2005 se abrió una nueva línea de trabajo sobre el estudio de los Ecosistemas
Marinos Vulnerables (EMVs) y el posible impacto que los artes de pesca puedan
ejercer sobre ellos.
El otro programa es el de Evaluación de los Recursos
Pesqueros en el área del ICES. Para el IEO de Vigo la investigación sobre los
recursos y la explotación de los mismos por la pesca ha sido una constante a lo
largo de su historia, publicando numerosos trabajos sobre las poblaciones de
mayor interés comercial y siendo organismo asesor de referencia de las
administraciones. Este programa aborda el estudio sobre casi todos los aspectos
relacionados con la pesca de fresco donde opera la flota española.
Desde hace treinta años, el IEO de Vigo tiene presencia en
las más altas esferas del Consejo Internacional para la Exploración del Mar
(ICES), donde ocupa en la actualidad una vicepresidencia.
Fuente: Faro de Vigo
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