Nadie
alberga dudas acerca de que la acuicultura es un sector estratégico, tanto por
su potencial para proveer de alimentos de calidad a los 9.600 millones de
personas que poblarán el planeta en el 2050, como por su capacidad para generar
empleo, dinamizar la economía y fijar población. Y, sin embargo, «no se exprime
todo su potencial», no se hace nada o, por lo menos, no lo suficiente para
remover los obstáculos que dificultan el despegue, denunció ayer en Vigo Luz
Arregui, presidenta de Esacua (Asociación Nacional de Acuicultura Continental),
en la presentación del Informe de Acuicultura 2014, un documento elaborado por
la patronal del sector en colaboración con la Fundación Oesa. Javier Remiro,
director de esa institución, que explicó que, tras una década de incrementos
significativos, las cifras de producción se han estancado en la mayoría de las
especies marinas, cuando no han descendido. No obstante, Remiro, aún admitiendo
el desconcierto del sector, aprecia señales positivas y mantiene el reto que se
ha fijado España en el plan estratégico que acaba de aprobar: duplicar la
producción en el 2030.
Claro que
antes habrá que resolver problemas, como la existencia de un marco normativo
«inadecuado, a veces incluso lesivo», dijo Arregui, o requisitos
administrativos o ambientales que hacen que la acuicultura europea compita con
desigualdad en los mercados. Por la parte que compete a Esacua, además de las
trabas comunes al sector se suma una «errónea interpretación» de la directiva
marco del agua, que pretende «que los peces vivan sin agua», las trabas
autonómicas a la diversificación de especies -«se niega al sector privado la
repoblación de los ríos con trucha fario»-, las competencia de la trucha turca,
contra la que han interpuesto demandas antisubsidio y antidumpin y están
esperando a que se resuelvan, y el cierre desde hace año y medio del mercado
ruso a todo el pescado español por las exigencias de la unión aduanera formada
por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, al que le facturaban 4 millones de euros.
Este bloqueo se ha visto ahora complicado por el veto ruso, que tendrá más
consecuencias que las de prolongar el cierre de la unión aduanera. Y es que la
acuicultura continental prevé que países como Noruega o EE.?UU. inunden el
mercado de productos que tirarán a la baja de los precios. Eso «agravará» los
problemas de un sector que, además, ni siquiera puede beneficiarse de las
ayudas al almacenamiento, al igual que el marujito.
Fuente: La
Voz de Galicia
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