martes, 11 de octubre de 2011

La contaminación amenaza un tramo carballés del río Anllóns

Caminar por la ribera del Anllóns, en el tramo que va del puente de la autopista al de la carretera de Sísamo, a parte de una labor complicada, debido a la maleza que cubre las fincas de los márgenes, ofrece sensaciones parecidas a las de las cloacas de alguna ciudad subdesarrollada. Al menos eso es lo que denuncian los socios de la Venatoria de Bergantiños y lo que se puede comprobar in situ, ahora que el caudal del río está reducido a la mínima expresión.

Sobre el lecho, en menos de 10 metros de paseo, pueden observarse plásticos, latas, botellas de licor vacías y hasta un televisor, un bidón de productos químicos, una jarra de barro con el logotipo de un conocido restaurante y lo que a juicio de los pescadores es más grave: los taludes del cauce, a donde en esta época del año no llega el agua, están salpicados de una pasta blanquecina, compuesta por lodos y productos de higiene íntima, que desde el punto de vista de los socios de la venatoria, que llevan varios fines de semana limpiando el río, no puede tener otro origen que los desagües de la depuradora municipal. De otro modo, no se explicaría, dicen ellos, que los troncos sumergidos de los árboles y las ramas de los remansos estén repletas de restos de celulosa y que los propios voluntarios se negasen a entrar en esa zona del Anllóns para limpiar por miedo a contraer cualquier infección.


Entre la basura hay un televisor y numerosos plásticos.

El concejal de Servicios, Luis Lamas, asegura que en los últimos meses nadie le ha comunicado la existencia de fallos de funcionamiento en la EDAR y, por lo tanto, no puede confirmar estas afirmaciones.

En cambio, los integrantes de la entidad dedicada a la caza, la pesca y la conservación insisten en que no se trata de una cuestión puntual, sino de un problema sistémico y ponen como referencia el tramo próximo a la depuradora de la conservera Calvo, donde el agua sale limpia o el parque del San Martiño, que pese a estar en el centro del pueblo ofrece un aspecto «bastante aceptable», pese al escaso caudal.

Al margen de los posibles fallos de las depuradora, la limpieza del río le ha servido a los nueve pescadores que actuaron este fin de semana y a los 16 que lo hicieron el pasado para comprobar que el trato que muchas personas de la dan al río continúa siendo totalmente desaprensivo.

En su recorrido, desde el puente de Calvo al Bosque, se han topado varias bicicletas, paraguas, una valla de obra, infinidad de plásticos, neumáticos de vehículos y otros productos bastante más peligrosos como grandes bloques de poliestireno expandido o un radiador en desuso todavía lleno de aceite mineral.

Aunque estos hallazgos no están acompañados por análisis científicos que demuestren la presencia de tóxicos en el río, a los pescadores les sorprende que pueda seguir existiendo vida en determinadas zonas del cauce, como la del puente de la carretera de Sísamo, que casualmente está reservada para el desarrollo de prácticas deportivas sostenibles como la captura sin muerte.

Además, se da la circunstancia de que la Carballo, con ser la población más numerosa de la comarca, no es la última que tiene que soportar el Anllóns antes de su desembocadura en la ría de Corme y Laxe. Todavía atraviesa Coristanco, Ponteceso y Cabana, con sus respectivas zonas de vertido, antes de llegar al mar.

En el caso de Coristanco, aunque no directamente en el Anllóns, sino en un afluente se produjo un incidente grave en agosto del año pasado. El Seprona recogió 54 truchas muertas, que según todos los indicios perecieron por la concentración de aguas fecales vertidas directamente desde unas viviendas próximas.

Aunque en su día, los agentes medioambientales anunciaron sanciones, el caño de la discordia sigue en el mismo sitio.

También en el Anllóns, pero antes de llegar a Carballo, hubo un problema de contaminación grave este mismo verano. A mediados del mes de julio, los responsables de la sociedad de pesca y conservación Fario de A Laracha denunciaron la muerte de centenares de truchas en el coto de Vilaño. Los propios agentes medioambientales apuntaron a un fallo de la depuradora municipal como la causante del vertido. Sin embargo, ni el Concello, ni la Xunta, ni la empresa que la gestiona han dado esta teoría por cierta y la cuestión sigue sin resolver.

En conjunto, todos estos incidentes sumados a la escasez de agua -dicen los pescadores- hacen cada vez más difícil la vida de los peces en el Anllóns.

El Anllóns se convierte en cloaca en algunos tramos. El informe de la situación es aterrador. Semeja un río de un país subdesarrollado. A veces, parece un milagro que siga habiendo vida en la artería de Bergantiños. La gente tira toda clase de desperdicios al agua y las Administraciones no cuidan ni vigilan la obligación de depurar las aguas residuales y otros vertidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario