El buque de investigaciones Aurora Australis, en aguas antárticas |
Un equipo de científicos franceses y australianos descubrió que las aves marinas del océano Austral tienen niveles de mercurio cuatro veces mayores que los de las que habitan en otras partes del planeta.
Y mientras que las aves marinas de la región, entre las que hay albatros y petreles, parecen evolucionar para afrontar la contaminación, los investigadores se preguntan si podría ocurrir lo mismo con la vida marina.
No obstante, todavía no se detectaron niveles altos de este contaminante en los peces del océano Austral, informa Ninemsn.
El oceanógrafo de la Organización de Investigación Industrial y Científica (CSIRO), doctor Steve Rintoul, trabajó en el grupo liderado por el oceanógrafo francés Daniel Cossa, y fueron los primeros en analizar las concentraciones de mercurio en el océano Austral, según ABC.
“El misterio reside en que las mediciones anteriores demostraron que los albatros y los petreles del océano Austral tenían concentraciones muy altas de la forma tóxica del mercurio en sus tejidos y eso es algo extraño, dado que creemos que el océano Austral es un lugar inmaculado y que el mercurio es una sustancia contaminante”, señala Rintoul. “La forma tóxica del mercurio se denomina metilmercurio y encontramos algunos de los niveles más altos que se hayan medido en las aguas de alta mar del océano Austral.”
Las mediciones de mercurio se realizaron a bordo del Aurora Australis en 2008. El barco ahora lleva investigadores para la celebración del centenario de Douglas Mawson, en Commonwealth Bay.
Los niveles altos de mercurio se transfieren al Sur por el surgimiento de las corrientes oceánicas hacia la superficie y los niveles altos de bacterias que convierten el mercurio en metilmercurio.
“Una vez que está en el agua, se incorpora lentamente en la cadena alimentaria y mientras más se sube en la cadena alimentaria, es más alta la concentración”, explica Rintoul. “Por ello, para el momento en que llega a los animales más grandes como el albatros o el petrel, las focas o los peces grandes, ya alcanzó niveles muy altos.”
También observó que estas aves lograron adaptarse al componente tóxico y que otras especies similares, de otras latitudes, no logran tolerar cantidades tan altas de mercurio.
Mientras tanto, la sobrepesca y la pesca ilegal trasladan cada vez más las operaciones de pesca hacia el océano Austral.
Rintoul opina que el aspecto humano en esta compleja cadena alimentaria es un misterio.
“Existen pocas mediciones de mercurio en el tejido de peces grandes o de otros organismos que pueden llegar a consumir los humanos en el océano Austral. Todavía no sabemos si hay un problema con el mercurio en los animales o peces que consumen los humanos”, aclara.
“Por consiguiente, no sabemos cuál es la amenaza para los humanos, pero sería buena idea hacer esas mediciones antes de que comencemos a consumir grandes cantidades de pescado del océano Austral, para estar seguros”, aconseja el científico.
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