Thomas Alva Edison presentaba en 1879 una lámpara que lució durante 48 horas seguidas. En 1934, en la esquina de las calles Torreiro y Galera el arquitecto Antonio Tenreiro terminaba la construcción de la Casa Soto, en cuyo bajo siempre hubo un bar, desde hace 75 años. José Vilas, de la familia que regenta este negocio desde 1966, me habla del año 1932 como fecha de inauguración, pero las propietarias del desaparecido bar La Traída sitúan la apertura después de 1936. Pasó por varios dueños, pero todo parece indicar que fueron Federico Caínzos y su mujer, Maruja, los que bautizaron hace 75 años el bar con el nombre de La Bombilla, en referencia al punto de luz que iluminaba la céntrica esquina. El veterano periodista Vituco Leirachá recuerda que servían unos calamares «riquísimos» y un vino blanco con gas en copa baja de champán, lo que era toda una novedad. Como les decía, en 1966, dos matrimonios, Ricardo Vilas Torreira, ya fallecido, y su mujer, Josefa, junto con Generoso Bar y su esposa, Esperanza, se hacen cargo del histórico establecimiento, uno de los pocos lugares con solera que queda en el centro. «Entonces se les ocurrió lo de la bandeja llena de pinchos, en la que incluyeron la empanadilla inflada, la croqueta, la tortilla, el choricito con la patata y la milanesa, que empezó siendo de hígado y fue lo único que se cambió, por jamón de cerdo, porque es más de gusto actual», recuerda Vilas, que asegura que todo se hace igual desde hace 46 años, incluido el relleno de la empanadilla.
En la cocina se trabaja sin cesar desde bien temprano y las cocineras sintonizan Radio Voz. Es curioso, la mayoría de empleados son familiares de los propietarios. Suso Torreira Noya, que lleva 46 años detrás de la barra, es la cabeza visible junto con sus hermanas María y José. De los fogones se encargan cuatro mujeres: Mari Carmen Rial, Matilde Eiroa, Trini Eiroa y Margarita Martínez. Juan Benéitez, José Joaquín de Arévalo y Iago Aneiros son los otros integrantes del equipo. «Tenemos clientes que son nietos de los que venían al principio», comentan. Hasta un libro japonés sobre bares españoles dedica una página a este bar de la calle Galea (según los nipones). 75 años después La Bombilla brilla.
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