Excursiones de Kayak en el río Umia |
La Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras ha finalizado la instalación de la red de control para la conservación y recuperación del salmón, la trucha y otras especies de peces migratorios en el río Umia.
Estas infraestructuras de contabilización y captura de peces están cofinanciadas al 75 por ciento por el Programa SUDOE, con fondos FEDER de la Unión Europea, en el marco del programa MIGRANET, en el que trabajan conjuntamente entidades de España, Francia y Portugal desde 2011, informa hoy la Xunta en un comunicado.
La finalidad es la puesta en marcha de un observatorio de poblaciones migratorias, para lo que se ha establecido una red de control internacional que estudia los datos relativos a la lamprea, anguila, salmón o trucha con el objetivo de conocer su estado de conservación y prever futuros escenarios ante eventuales cambios medioambientales.
Uno de los factores de riesgo para las poblaciones de peces migratorios son los paseos fluviales que se están poniendo tanto de moda, y que las administraciones públicas se afanan por construir para crear nuevos lugares de esparcimiento para los ciudadanos y para aproximar el río a los vecinos, con el convencimiento de que esto ayudará a cuidarlo y vigilarlo.
En el caso del Umia hay paseos en Ponte Arnelas, Cabanelas y Barrantes, pero existen en la actualidad dos nuevos proyectos. Uno consistiría en habilitar una senda entre Caldas de Reis y Ponte Arnelas; el otro en hacer un paseo entre Barrantes y la desembocadura del río, entre Castrelo y Sisán. Este último proyecto es una vieja aspiración del Ayuntamiento de Ribadumia y lo está tramitando la Dirección General de Costas del Gobierno central, con un coste de tres millones de euros.
El Colectivo Ecoloxista do Salnés ha presentado alegaciones al proyecto, al entender que es "impactante, innecesario y un derroche de dinero público". Los ecologistas de O Salnés y partidos como el BNG han criticado en docenas de ocasiones este tipo de proyectos, al entender que son excesivamente invasivos.
Lamentan los desbroces masivos de la vegetación de ribera -que es fundamental para la fauna del río-, o la instalación de farolas que en algunos casos incluso están encendidas en las primeras horas de la noche, lo que significa alterar el hábitat de la zona. En ocasiones compararon estos proyectos con la creación de jardines urbanos en plena naturaleza.
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