Como si hubiesen visto una vaca volando o una rana criando pelo. Así debieron quedarse los bateeiros arousanos que el pasado martes descubrieron, nadando en el medio y medio de la ría, a un jabalí. El animal, todo un atleta, había llegado hasta la zona del canal de navegación. Cuando fue descubierto estaba bajando la marea y su avance se debía de estar viendo obstaculizado por las corrientes. Pero ahí seguía el bueno del porco bravo, nada que te nada, sabe dios en pos de qué objetivo.
La acción combinada de un pescador deportivo y de un barco de batea permitió atrapar al más inesperado de los nadadores. No debió de ser este un operativo sencillo. Primero, por que quien pesca á liña no está acostumbrado a vérselas con jabalíes. Segundo, por que el animal en cuestión era de un tamaño más que considerable y, aún agotado, ponerlo bajo control debió de costar lo suyo.
Una vez capturado, tocó subirlo a uno de los barcos que se estaban bautizando en la pesca de jabalí. Afortunadamente, para hacer este trabajo contaron los humanos con la ayuda de las máquinas: la cuchara que habitualmente se usa para la carga y descarga de mejillón se encargó de todo.
El episodio registrado en la ría de Arousa es curioso. Pero no único. Hace unos meses, unos pescadores vascos rescataron a un jabalí que nadaba a dos millas del puerto de Zumeia. Lo llevaron a tierra, donde el porco se está desbravando en una granja. Hasta le han puesto nombre, Flysch. En Arenys de Mar, la Guardia Civil rescató a otro de estos animales mientras nadaba a tres kilómetros de la costa. Los agentes calcularon que «debía de llevar dos días» en el agua.
Y es que a estos animales de aspecto hostil parecen gustarles los baños de mar. En Galicia se les ha visto practicar la natación en varios puntos de la costa, sin distinguir entre rías y zonas más expuestas. Desde la Touriñán hasta el puerto de Ribeira, el mar también es para los jabalíes.
En Touriñán cogieron hace años a otro porco bravo que «parecía que viña de América»
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