La tierra de los salmones, del oso y del urogallo, lo que alguien bautizo como 'paraíso natural' se esta convirtiendo, la estamos convirtiendo, en el paraíso de las chapuzas. Uno de los tesoros de la naturaleza asturiana son sus ríos, dañados en los últimos años por 'numerosas actividades humanas' que provocan cambios en su régimen hídrico y en las condiciones físicas y biológicas de los cauces, también dañados por una pésima gestión.
Los problemas en los ríos asturianos han emergido en los últimos años con la misma naturalidad que su belleza salvaje. Y, en la actualidad, ni pescadores, ni Administración, ni mucho menos los grupos más conservacionistas tenemos respuestas a los desafíos con los que nuestros ríos nos retan.
La Administración, en su día, se empeño en moverse en esa línea difusa donde se legisla a base de impulsos y donde casi siempre el perjudicado es el pescador de a pie. Legislar no es prohibir, legislar no es incidir en cupos y restricciones al pescador. Tenemos que alejarnos de todo aquello que no desemboca en un beneficio sustancial al río y a los peces. Tenemos que adoptar medidas basadas en el rigor y la coherencia. Tenemos que apostar decididamente por medidas funcionales y esas medidas desde luego no son los cupos por pescador y día, ni retrasar la apertura hasta el primer domingo de mayo con el único fin de potenciar la fiesta del campanu, ni mucho menos recortar días de pesca para alejar a los pescadores de los ríos.
Nadie se preocupó en los últimos 20 años por salvaguardar los interés de los salmones. Había que aumentar la vigilancia en los ríos. Teníamos que regular las poblaciones de los predadores. No se eliminaron los obstáculos que en la actualidad existen y que impiden el remonte de los salmones. Había que olvidarse de tanta estadística y de tanto estudio de escasa funcionalidad y centrarnos en adaptar la gestión piscícola a lo que la actualidad demanda.
El recurso ha estado pésimamente gestionado. Los hechos no admiten discusión posible, son palpables y nos indican claramente que no se puede anteponer la gestión del pez a la del recurso. De continuar en la línea actual estamos abocados a una situación irreversible.
Todo este cúmulo de errores culminaba con la polémica del campanu del pasado 1 de mayo, que marcará un antes y un después en el futuro de la gestión de nuestros ríos.
El salmón que pesca Alberto Fernández en la Hortona, y que a la postre seria el campanu de Asturias, un campanu envuelto en polémica por las dudas que entre algunos pescadores suscitaba el día de su captura, abre un debate necesario, por otra parte, sobre la venta del campanu y reabre también otro debate ya un tanto olvidado la prohibición de la venta de salmones y truchas por parte de los pescadores.
Nadie, salvo el pescador, 'Beto', puede afirmar si el campanu fue pescado en el Narcea, el Esva u otro río asturiano. Tenemos que ser coherentes. El día de la pesca de este 'polémico' salmón, el guarda mayor del Narcea, Urbano Carvajal, guarda experimentado y con muchas horas de río, manda a dos guardas que acompañen al pescador para comprobar in situ el lugar de la pesca. No encuentran nada anormal y ahí debería finalizar el tema. No ha sido así.
La Asociación de Pescadores Las Mestas del Narcea, después de hacer esa mañana del 1 de mayo varias llamadas al director de Asturpesca, al Guarda Mayor y al jefe de Vida Silvestre, entre otros, decide continuar y poner la correspondiente denuncia ante lo que ellos interpretan como un fraude, convencidos de que ese salmón no se pesco en la Hortona.
Hasta aquí y siendo generosos, todo puede ser entendido, lo que no quiere decir compartido. Lo que ya no es fácil entender es el acoso y derribo al que han sometido al pescador, negándole en todo momento la presunción de inocencia, Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad.
Si todo lo ocurrido ya es de por si enrevesado y complicado, aparece un informe de la bióloga de la Universidad de Oviedo Eva García, que en lugar de aclarar algo lo complica todo mucho más. Es un informe que no deja en buen lugar a la bióloga y que nos demuestra que ahora mismo no estamos en condiciones de afirmar si un salmón procede de una cuenca fluvial u otra.
Dicho informe no tiene ningún rigor científico y, desde el punto de vista de la genética, es una chapuza. Nos habla de que existe un 70% de posibilidades de que el salmón pescado por 'Beto' el 1 de mayo sea originario del Esva, pero a la vez nos dice que existe un 10 % de posibilidades de migraciones de los salmones de unas cuencas a otras. Si a esto añadimos que no existen en nuestro país estudios fiables sobre el retorno de los salmones, parece claro que es mejor olvidarnos de lo que sabemos y aprender lo que desconocemos.
Sirva como ejemplo que, en una prueba de ADN para determinar una paternidad, tenemos que hablar de un porcentaje de un 99% de coincidencia en el perfil de alelos del niño. De un margen de error del 1 %, en el informe de Eva García hablamos de un 30%.
El daño es irreparable, primero a la persona, después al pescador, un extraordinario pescador, y después al campanu y su tradición. Todos tenemos nuestra propia opinión sobre el tema, cada uno de nosotros podemos creer o no creer al pescador, podemos pensar lo que queramos, podemos discutir sobre si nadie le vio en el pozo, si la Hortona se pesca a cucharilla mejor por la margen derecha del río que por la izquierda, que si aún no se veía para pescar. Pero, si no existen pruebas claras, lo mejor que podemos hacer es estar callados y respetar la trayectoria de este extraordinario pescador. Si con pruebas reales y claras se demuestra que el pescador nos ha engañado y es un tramposo, seremos los primeros en hacer todo lo posible para que quien engaña no sea persona grata dentro del colectivo de pescadores. Pero, mientras eso no ocurra, el beneficio de la duda siempre se lo daremos al pescador y al Guarda Mayor, por encima de cualquier otro testimonio.
No se ha actuado bien. No acierto a entender el motivo por el que todo esto se ha magnificado de esta forma. No quiero pensar en oscuros intereses que nada tienen que ver con la pesca y con el salmón.
Alberto Fernández 'Beto' ni fue detenido, ni tan siquiera está imputado, a pesar de las informaciones vertidas por algunos medios que llegaron a dar por hecho que estaba detenido por fraude. Muchos son los que después de todo esto van a tener que dar explicaciones y explicar al dictado de quién actúan.
Finalizo con una frase de Seneca: «No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas».
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