Los miembros de Protección Civil de Vilanova se quedaron atónitos cuando ayer, a eso de las cinco y media de la tarde, llegaron a la playa de As Sinas y se encontraron con que, a lo largo del arenal, había un reguero de bois cocidos. Decenas de ejemplares de ese crustáceo se desperdigaban por la arena, entre la punta de Caramuxo y el muelle de Corón, en algunas zonas en densidades importantes. «E son dos bós, grandes e gordiños», bromeaba ayer uno de los voluntarios. En cualquier caso, no resultaban apetecibles, ya que desprendían un olor nauseabundo.
Los que protagonizaron el hallazgo hacían ayer conjeturas sobre cómo habían llegado hasta la playa estas piezas. «Parece como se lle caera alguna caixa a un barco», señalaban. Luego volvían a utilizar la clave de humor para asegurar que la zona de As Sinas, rica en almeja, no es abundante «en bois, e moito menos se xa veñen cocidos».
Pero si los miembros del servicio de emergencias municipal habían sido llamados a la playa de As Sinas no había sido por los famosos bois. A primera hora de la tarde les había sido notificada la existencia de una mancha de aceite en el arenal, y fue precisamente en su búsqueda de esa mancha cuando se cruzaron con el ejército de crustáceos cocinados. ¿Y qué fue del aceite? La mancha contaminante, efectivamente, existía, y de hecho ocupaba un largo de alrededor de cien metros. Pero el aceite, pues ese era el producto contaminante, había llegado con poca intensidad hasta la playa, y apenas había embadurnado las algas que la última marea había depositado en la orilla. Según Protección Civil, todo apunta a un sentinazo.
La Guardia Civil está investigando la procedencia de ambos vertidos. Su trabajo tendrá que determinar si el aceite y los crustáceos tienen un mismo origen, o si cada carga llegó hasta la arena siguiendo su propio camino.
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