Los turistas que llegaron ayer a Vilagarcía, seguro que no
venían con la intención de ser testigos del terrible espectáculo que
presenciaron al mediodía en el río Con, junto al puente de Vista Alegre. Por el
agua nadaban despreocupados dos patitos amarillos detrás de mamá pata, hasta
que de repente llegó una gaviota, se abalanzó sobre una cría, la apresó con su
pico y se la zampó. Nada pudieron hacer los horrorizados testigos para
evitarlo, y eso que le lanzaron hasta bocadillos para ver si la gaviota cambiaba
de objetivo y dejaba al patito. Pero nada. El ave tenía muy claro que esa iba a
ser su comida del mediodía y no soltó la presa. Lo peor es que no es la primera
vez que pasa.
Manuel Oliveira tiene una tienda de chucherías junto al río,
y asegura que es un espectáculo que ya se repitió en otras ocasiones, que
siempre que las patas crían pasan lo mismo y que son muy pocos los patitos que
sobreviven a los ataques de las gaviotas, que por lo visto prefieren ese tierno
manjar a los insípidos peces del río. «Hace cuatro o cinco días una pata tuvo
ocho patitos; al día siguiente ya había solo tres, y después de que la gaviota
se comiera a uno este mediodía delante de todos los turistas, ya solo queda
uno; seguro que no dura mucho. Cada vez que hay una niñada, no logramos que se
salve ninguno», decía ayer con desesperación.
No todos son del agrado de las aves marinas. «Hubo una que
tuvo seis patitos que eran todos oscuros y esos no se los comieron, no les
llamaban la atención, pero estos son amarillitos; eran siete amarillos y uno
blanco y negro, el blanco y negro fue el primero que se comieron, y ahora ya
solo queda uno de los amarillos. ¡A ver hasta cuándo!».
Fue un desagradable espectáculo el que tuvo lugar al
mediodía de ayer. «Muy desagradable para los turistas, porque estaba el puente
lleno y todos lo vieron, y también para nosotros, porque le coges cariño a los
patos, da gusto verlos en el río, y no sabemos qué hacer para protegerlos. Al
que quedaba vivo quisimos cogerlo en una cajita y cuidarlo nosotros hasta que
sea más grande, pero no hay manera de atraparlo», se lamentaba Oliveira, que no
es el único vecino de la zona preocupado por el futuro incierto del pequeño
palmípedo.
La frustración que sienten los vecinos es muy grande, porque
en cuanto nacen los patitos ya saben el futuro que les espera y se resisten a
ser testigos de lo que intuyen de antemano que va a ocurrir. Y sin poder hacer
nada por evitarlo, porque las crías están solas e indefensas, no tienen quién
las proteja.
Fuente: La Voz de Galicia
No hay comentarios:
Publicar un comentario