Presa de Bera. Dos salmones saltaban ayer la presa en Bera para remontar las aguas del Bidasoa |
Tras un largo viaje de miles de kilómetros por mar durante varios años (hasta tres), los salmones regresan a sus ríos de origen para buscar las regatas en las que nacieron, reproducirse y completar así el ciclo de su vida.
Aunque en el caso del Bidasoa entran en el río desde febrero o marzo y durante casi todo el año, es en noviembre cuando mayor número de ejemplares se registran. En 2010 fueron más de 500, el mayor número de los últimos años. «Los de mayor peso, que pueden superar los seis kilos, vienen desde Alaska, aunque es un viaje de ida y vuelta, porque nacieron en el Bidasoa», explican los guardas de Medio Ambiente en la Estación de Captura de Salmónidos que el Gobierno de Navarra tiene junto a Bera.
Las presas son para los salmones obstáculos insalvables, pero intentan remontarlas una y otra vez, llegándose a golpear contra las rocas. El espectáculo merece la pena y cada vez son más los curiosos que se acercan para verlos. Tras numerosos intentos se dan cuenta de que en uno de los laterales se encuentra una escala salmonera, un paso que les facilita el camino río arriba. Pero el situado junto a Bera (término municipal de Lesaka) tiene trampa porque la parte de arriba se puede cerrar y de esta manera los guardas pueden contabilizarlos, para después devolverlos a las aguas.
Aunque noviembre no ha hecho más que empezar, ya han pasado por este punto 153 salmones, sin contar los de ayer. Los dos primeros lo hicieron en abril, uno en mayo, 8 en junio y otros tantos en julio, 19 en agosto, 13 en septiembre, 40 en octubre y 63 en apenas cuatro días de noviembre. Y eso que hasta hace dos días el Bidasoa apenas llevaba agua, lo que hace pensar que se podría alcanzar la cifra del pasado año. De momento el mayor ha pesado 6.660 gramos . Algunos de ellos son salvajes, nacidos en el río, por lo que no tienen ningún tipo de marca. Otros tienen la aleta adiposa cortada o llevan un chip, lo que es indicativo de que proceden de la piscifactoría de Oronoz-Mugairi. Durante este mes y el que viene, cada día los guardas llevan a cabo el proceso de control. Tras anestesiarlos levemente, los miden, los pesan, recogen una muestra de escamas que les dará los datos sobre su edad y obtienen un segmento de aleta que se estudiará a nivel genético. Si es necesario les realizan pequeñas curas con un antibiótico en spray para que puedan seguir remontando el río, a donde los devuelven a continuación.
Las diferencias entre machos y hembras, sobre todo a medida que se acerca el momento del desove son considerables. La hembra es más redondeada y el macho cuenta con el final de la mandíbula inferior totalmente combada, convertida en una especie de gancho o pico. Todos continúan su viaje hasta las cabeceras de sus regatas de origen para tener su descendencia y después, casi todos mueren.
En el Urumea el año pasado se registró la mayor entrada de salmones desde 1993, cuando se inicio el plan de reintroducción de salmón en la cuenca de este río.
En total fueron 223 ejemplares y fue precisamente en el mes de noviembre cuando se registró la mayor entrada, con 106 ejemplares y días en los que se llegaron a contabilizar más de 20 ejemplares.
Los ríos Oria y Oiartzun también contabilizaron entradas de salmones el año pasado. En las aguas del primero se contabilizaron 45 ejemplares, que fueron trasladados al río Leitzaran para completar en mejores condiciones su ciclo biológico. Y por segundo año consecutivo, en Oiartzun se observó un ejemplar.
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