Un grupo de biólogos recogen mújeles en O Con para un estudio sobre la lamprea |
Los expertos constatan la práctica desaparición de los peces en el tramo final del río de O Con. Un cauce fluvial que según Fernando Cobo, profesor de la facultad de Bioloxía de la Universidade de Santiago y director de la Estación de Hidrobioloxía situada en el embalse, "es un ejemplo de río urbano sin gestión ambiental y muy degradado". Incluso lo describe más gráficamente al afirmar que "es un río en la UVI". El principal cauce fluvial de Vilagarcía podría dividirse en tres partes. Desde su nacimiento, en el monte Xiabre, hasta el embalse, situado en Castroagudín. Desde allí hasta As Martices, que es a partir de donde empieza el casco urbano. Y desde As Martices hasta la desembocadura, frente a la plaza de abastos.
Fernando Cobo apunta al respecto que la parte alta del río todavía podría recuperarse desde un punto de vista ambiental poniendo en marcha un plan de restauración. Entre el embalse y As Martices "tiene un estado de moderado a malo", mientras que en el tramo final sería "de malo a muy malo".
"El río perdió naturalidad porque se convirtió en un canal de desagüe. Es un río invadido por una ciudad", manifiesta el director de la Estación de Hidrobioloxía. Además, la situación sigue empeorando, hasta el extremo de que en el curso bajo han desaparecido algunas especies que sí se veían hasta hace unos años, como la anguila o el "espiñento" o picón, que es un pez pequeño con unas espinas dorsales. Un lento e inexorable deterioro que se debe a una conjunción de factores, como los vertidos de aguas residuales, la inexistencia de vegetación de ribera, la excesiva urbanización del entorno del cauce, la falta de un plan de conservación hecho con criterios ambientales, o la realización de obras que alteran el hábitat de los animales.
En este sentido, Fernando Cobo cuenta que es probable que la desaparición del "espiñento" se debiese a los dragados que se hicieron tras las inundaciones de 2006, pues destruyeron los bancos de arena que este pez necesita para las puestas.
Así las cosas, la fauna natural del río se reduce en la actualidad en su tramo final a los mújeles, un pez marino con una enorme resistencia a la contaminación, mientras que entre las aves destacan los patos, que son una especie introducida, y que también tienen un efecto negativo sobre el ecosistema -aunque moderado con respecto a los otros factores-, pues sus deposiciones contienen fosfato, que es contaminante. Fernando Cobo considera que aunque la situación actual es muy mala "sí existen medidas correctoras que permitirían hacer de O Con un río más amigable desde un punto de vista ambiental", aunque eso exigiría poner en marcha un costoso plan de restauración.
La situación ambiental en el río de O Con es algo mejor desde As Martices para arriba, aunque tampoco pueda calificarse de buena. Cobo sostiene que en el tramo medio del cauce sí existen poblaciones "estables, aunque pequeñas", de trucha, reo o anguila.
Asimismo, ya se ha detectado la presencia de especies invasoras, como el cangrejo rojo americano, la gambusia o la penca, que es una especie habitual en otros ríos de la península, pero poco usual en Galicia. Se trata de especies introducidas a menudo adrede por el hombre, y cuya presencia puede alterar notablemente el ecosistema.
El cangrejo americano, de hecho, es una de las 20 especies invasoras más peligrosas que existen, y puede provocar la extinción fulminante del cangrejo autóctono, aunque en O Con éste último ya no existía. Por el momento el cangrejo americano solo ha sido visto en el embalse, aunque es probablemente que también esté río abajo.
También la vegetación de ribera está muy mermada. Hasta As Martices se encuentran especies invasoras, como acacias o eucaliptos, así como prados y fincas agrícolas que llegan a la orilla. En cambio hay pocos alisos (ameneiros), que sí es un árbol propio de los márgenes fluviales.
15 meses en el mar
La Estación de Hidrobioloxía están realizando una investigación sobre la lamprea. Ésta se hace en muchos casos rémora de los mújeles, que la introducen en los ríos. Así, los técnicos pescaron esta especie y marcaron las lampreas, para después soltarlas de nuevo. Una de ellas volvió a entrar después en un río, y fue capturada en Pontecesures, por donde pasa el Ulla. Gracias a eso el equipo de Cobo supo que aquella lamprea había echado 15 meses en el mar antes de volver al agua dulce, puesto que hasta entonces nadie sabía con certeza cuanto tiempo pasan la lamprea en el mar.
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