miércoles, 24 de julio de 2013

Un paseo por el bajo Ulla



Las localidades bañadas por el tramo final del Ulla, desde Vilagarcía a Pontecesures, Valga y Catoira, tienen en dicho río uno de sus principales reclamos turísticos. El senderismo disfrutando de la frondosidad de los bosques y el deleite de seguir el "vía crucis" acuático que marca el recorrido que hicieron los discípulos del apóstol Santiago con sus restos, son otros atractivos de la zona. Además de las fiestas populares, entre las que destaca la Romería Vikinga de Catoira y que hacen de estos municipios una zona muy interesante para recorrer, sobre todo, a pie.


El caudaloso río Ulla, en el que se bañan Pontecesures, Catoira y Valga


Dada la orografía del territorio que constituye el bajo Ulla, entre el que se encuentran las localidades de Catoira, Pontecesures y Valga -así como Carril (Vilagarcía), ya en su desembocadura- abundan los miradores desde los que divisar, además del caudal de uno de los ríos más relevantes de la comunidad, la frondosidad de los bosques y marismas.

Estas villas forman un enclave que tiene como reclamo turístico su paisaje y el agua de ríos como el Ulla, el Catoira o el río Valga. Además, las construcciones medievales y las fiestas populares, alguna como la Romería Vikinga de Catoira -de Interés Turístico Internacional- son atracciones para los miles de visitantes que cada año -sobre todo en los meses de verano- recorren sus calles y caminos.

Si se comienza el recorrido por Catoira el primer símbolo emblemático del municipio lo constituyen las llamadas Torres do Oeste, que situadas cerca de la desembocadura del Ulla fueron utilizadas como construcciones defensivas contra las invasiones de los pueblos. Estas torres, separadas entre sí por unos 20 metros, están unidas por una pequeña capilla -la de Santiago- con una imagen del apóstol. Otro de los reclamos de la zona es el puente medieval con bóvedas de sillería del balneario de aguas medicinales, explotado hasta muchos años.

Dejando atrás la tierra de los vikingos y siguiendo el camino que marca el caudaloso río el visitante llega hasta Valga. La cultura castrexa marca este municipio, en el que además de los petroglifos de los Penoucos de Campo Redondo también se encuentran dos poblados, uno en Setecoros y otro en Cordeiro. La ermita de Nosa Señora da Saúde es otro de los reclamos de los que presumen los valgueses.

Termina el recorrido en Pontecesures, donde la huella histórica es imborrable. Los miradores, los "cruceiros", las capillas y los castros saludan a los visitantes. Desde el mirador do Galiñeiro se puede divisar, además de las callejuelas del municipio, el verde de los árboles que lo rodean.


Tres de los cruceros de piedra que forman el vía crucis


La Ruta Xacobea do Mar de Arousa e Ulla es uno de los caminos que lleva a Santiago, y también uno de los principales reclamos turísticos de la zona. Según cuenta la leyenda, el recorrido marcado por los doce "cruceiros" de piedra que se encuentran en las aguas del Ulla es el que siguieron los discípulos del apóstol Santiago cuando trasladaban los restos del patrono de Galicia desde Palestina hasta Iria Flavia.

Esta es una nueva y diferente forma de hacer el camino hasta la capital gallega. Navegando por el río Ulla se puede disfrutar, además, de las vistas verdes de la comarca, sus marismas y juncales, buscando los cruceros en los más inesperados recovecos e islotes. Estos elementos -los del dio son únicos en el mundo- tienen un gran arraigo en la tierra y en la cultura gallega y están íntimamente ligados al paisaje rural.

Pasear por la orilla de un río es una magnífica forma de conocer y disfrutar del paisaje de una de las zonas más frondosas de la comarca.

El viaje que presentan las localidades que se encuentran en el tramo final del río Ulla comienza frente a las Torres do Oeste, en Catoira, y continúa durante cinco kilómetros en pasarelas de madera que se confunden con el follaje de los bosques atlánticos. Los colores verdes de las hojas y marrones de los árboles acompañan durante todo el camino al viandante.

Entrando en el municipio de Valga el recorrido se transforma en una pista asfaltada sin tráfico. Después de disfrutar del paisaje durante unos seis kilómetros se alcanza Pontecesures. Cruzando el río que se encuentra a la llegada el visitante puede fusionar su ruta con el Camiño Portugués, en el puente que divide las provincias de Pontevedra y A Coruña. Un itinerario, por cierto, muy aconsejable para conocer el interior de Valga.

   

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